Holguín, Cuba. – Una piedra, la primera de su fortaleza como urbe amurallada, marcó el hito fundacional de la Villa Blanca nororiental hace 205 años, acariciada desde siempre por la espuma del Atlántico que trae sus olas a despertarla.

Y amanece con brío desde entonces, antes también de que el Gran Almirante le bautizara como Río de Mares, en el paisaje donde flanquean su Silla y su Mezquita, poblado ya por originarios descubridores, deudores de la caza, la pesca y la agricultura después.

Como amaneció entre las primeras villas enroladas en afanes de independencia, pese al fuerte abanderamiento colonial, prosiguió tras la causa rebelde rojinegra por la soberanía que hoy defiende.

Vuelve Gibara a amanecer en sus obras restauradas de Monumento Nacional, en su hospitalidad y fervores de pueblo unido por historia y quehaceres, como destino de viajes, Villa Blanca del Cine y los Cangrejos.