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La Habana, Cuba. – Cada vez son más las personas que viven en grandes ciudades, cerca de diversos ruidos, como los del tráfico, la música elevada e innumerables estímulos físicos y psíquicos. No es sorpresa, entonces, que el silencio se haya convertido en un bien en peligro de extinción.

Como consecuencia del ruido ambiental, muchos individuos padecen trastornos como los del sueño y otros, y esto tiene numerosas consecuencias negativas sobre la salud. El silencio, que es simplemente la ausencia de sonido o ruido, impacta positivamente en las funciones del cerebro, pues se crean nuevas neuronas y mejora la memoria.

Además tiene un potente efecto antiestrés y beneficia a nuestro estado emocional, pues nos permite pensar en nosotros mismos y esto reafirma la identidad y depura las emociones.

Los científicos afirman que dos minutos de silencio bastan para disminuir la presión arterial y el ritmo cardiaco.

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