La Habana, Cuba.- La jovencísima Camila Arce Leiva, de La Habana, pregunta si la palabra Diván nombra un asiento alargado y mullido, por lo común sin respaldo y con almohadones sueltos, en el que una persona puede tenderse.

Ciertamente, así define a ese mueble de origen árabe el diccionario académico, texto donde además encontramos que Diván se llama a la colección de poesías de uno o de varios autores, escritas en alguna de las lenguas orientales, especialmente en árabe, persa o turco.

Las más de 500 composiciones escritas en el siglo 14 por el poeta persa Hafiz, fueron publicadas con el título Diván, y el español Federico García Lorca publicó en la centuria pasada una serie de poemas que llamó Diván del Tamarit.

Salidos de todas partes

Camila no debe sorprenderse por la cantidad y variedad de sustantivos comunes que sirven  como propios de personas.

En Ecuador, por ejemplo, convocan a un concurso de nombres raros en que compiten individuos llamados Cemento Rocaforte o Cafiaspirina.

Sin ir tan lejos, aquí podemos hallar sujetos bautizados como Maico, nombre de un medicamento popular en Cuba contra los trastornos respiratorios.

Ramón, término que nombra a muchos, designa al pasto que se corta para alimentar al ganado en tiempo de nevadas o de sequía, por lo que a la acción de apacentar los animales se le llama ramonear.

Perla, Rocío, Marino, Celeste, Lucio, y otros nombres que hoy son frecuentes o normales, proceden de objetos, de flores, o de países o tuvieron esos significados en otras lenguas.