La Habana, Cuba. – Hoy algunos llaman “cuchara” al maestro albañil, designando al oficio por el instrumento. Similar es la historia de la voz “verdugo”.

Antes, esta palabra no tenía nada de tétrica. En efecto, hace unos 800 años el vocablo “verdugo” no guardaba relación alguna con horcas, garrotes o sillas eléctricas.

Todo lo contrario: era una ingenua palabra con sabor vegetal. Tal como lo oye: “verdugo” era, simplemente, una vara que se corta estando verde.

Ah, pero tales varas, por su flexibilidad, se prestaban para ser usadas en el papel de látigos. Y, como era precisamente el verdugo quien aplicaba, entre otras, la pena de azotes, el oficio pasó a ser conocido por el instrumento con el cual se ejecutaba tal condena.

Lo que llegó del latín

Es cosa bien sabida: el castellano es, sobre todo, un latín que evolucionó, o que se corrompió.

Tal es el origen de términos hoy en uso, como “torcaza”, que inicialmente significaba “collar”, y que alude al que forman las plumas en el cuello de esa ave de la familia colúmbidos.

 Dígase, también, que en latín la palabra “médico” no tenía su actual significado. Sólo quería decir “el que cuida”.

El término “rufián” también nos llegó de  la lengua del Lacio. Y tiene tremenda historia, que se remonta a la Roma antigua.

En la capital del imperio abundaban ciertas señoras que ejercían una singular profesión: las meretrices. Ellas solían usar pelucas rojas. Como en latín “rojo” era rúfus, al hombre que vivía de las prostitutas se le llamó “rufián”. 

El latín y la medicina

Se conoce que, durante muchísimos siglos, el idioma de la medicina y de otras ciencias fue el latín. Estos antecedentes iban a dejar huellas que se observan claramente hasta nuestros días.

Así, cuando pronunciamos “amígdala”, estamos diciendo “almendra” en la lengua del Lacio.

Igualmente, “amputar” equivale a “podar”, y “bacilo” a “bastoncillo”, pues tal es el aspecto de esos micro-organismos.

“Cálculo” era “piedrecita”, en latín. La voz “enfermo” proviene de infírmus, o sea, el que no está firme, pues tal impresión nos da el aquejado por alguna dolencia.

Dígase, a modo de cierre, que el latín también se encuentra en la anatomía masculina. Sí, porque “testículos” quiere decir “pequeños testigos”, pues son la prueba de la virilidad.

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