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La Habana, Cuba. – Ernest Hemingway fue hombre de dramáticas y controvertidas pasiones y, consecuente con él mismo, decidió partir el 2 de julio de 1961, en Idaho, Estados Unidos.

Le bastó el cañón de una escopeta de caza puesta en la boca y el movimiento de un dedo de su pie, para apretar el gatillo suicida; el héroe de bronce, uno de los mayores exponentes de la literatura norteamericana, acabó así su personal tragedia de crisis depresiva.

Premio Pulitzer por El viejo y el mar y Premio Nobel de Literatura por su obra, el hacer del escritor abarca novelas, ensayos y cuentos; posterior a su fallecimiento se publicaron una decena de textos más, considerados clásicos de la literatura estadounidense.

Ernest Hemingway se inserta entre los hombres duros del periodismo, como El Papa de El Floridita y Cojímar y el generador de fuerza de Por quién doblan las campanas.

Finca Vigía

La única residencia estable del escritor norteamericano Ernest Hemingway fue Finca Vigía, asentada en una colina de la barriada de San Francisco de Paula; la adquirió en 1940 con los derechos de autor de Por quién doblan las campanas.

Allí acogió 57 gatos, cuatro perros, cuatro vacas y nueve mil libros, alineados en estanterías o puestos por doquier en informal apariencia; debió amar el lugar campestre en el que vivió casi la mitad de sus años como fecundo escritor.

Luego de su fallecimiento, Finca Vigía fue convertida en museo, atípico en tanto los visitantes solo observan el interior de la casa desde las muchas ventanas, puertas y terrazas que posee.

De la época de Ernest Hemingway en Cuba son las novelas Por quién doblan las campanas, A través del río y entre los árboles, El viejo y el mar, Islas en el Golfo y París era una fiesta.