La Habana, Cuba. – ¿Cómo explicarles –a sus compañeros que le preguntan- las diferencias ortográficas relativas al acento diacrítico entre la preposición hacia y la forma verbal hacía? –pregunta desde su refugio villaclareño en Esperanza el joven estudiante Yandri Machado Mederos.

Pues, efectivamente, como se trata del acento diacrítico o diferenciador, en este caso la distinción radica, en primera instancia, en la pronunciación.

Pronuncie despacio ambas palabras y notará que en el caso de la preposición hay un diptongo y por eso la unión de ambas vocales es inseparable y se articulan en una sola sílaba.

En cambio, en el caso de la forma verbal hacía, esas vocales integran sílabas diferentes porque entre ellas hay un hiato y, por eso, se separan, ya que la vocal débil i se pronuncia con más intensidad, y ese incremento es, justamente, lo que hace que aumente su emisión y se marque con el acento.

No se debe omitir el signo de entonación

Luis Orlando Gámez, que reside en Pinar del Río, pregunta si ha habido alguna modificación en el uso de los signos de exclamación, pues ha encontrado textos recientes en que ese signo sólo se emplea al final de oración, como sucede en inglés y otros idiomas.

Pues no, estimado oyente Luis Orlando, por lo menos hasta nosotros no han llegado noticias que avalen oficialmente la eliminación del signo exclamativo al principio de oración, aunque es cierto que algunos autores prefieren no emplear el signo de apertura cuando el período es largo y el tono que justifique su uso no aparece sino al final de la oración, entonces usan sólo el signo de cierre.

Al emitir una orden, lo que generalmente se hace en oraciones breves, el signo tiene que aparecer desde el principio; cuando se dice por ejemplo: “¡No te vayas! ¡Alto! ¡Vuelve conmigo! ¡Regresa!”…