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Por Roger Ricardo Luis

Por estos días el libro toma dimensión de país al celebrarse la XXXIII edición de su feria, que se inicia en La Habana para luego recorrer la isla durante varias semanas con una oferta de más de mil 200 nuevos libros, tanto en formato físico como digital.

De ese amigo y aliado, que bien pudiéramos llamar Don Libro, recordamos lecturas y llevamos en la memoria referencias que nos han hecho crecer; sin embargo, de su historia e integridad como agente social, poco se habla.

Gracias a una plancha de madera tallada y entintada, nació hace más de 800 años El Sutra del diamante chino, considerado el libro más antiguo, impreso en el noveno año de la era Xiantong de la dinastía Tang, en poder de la British Library de Londres.

La imprenta de Gutenberg, en mil 440, dejó atrás los tiempos de los libros manuscritos y ensanchó sustantivamente el universo de la palabra escrita.

El libro y sus funciones.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) entiende por libro a «una publicación impresa no periódica que consta como mínimo de 49 páginas, sin contar las de la cubierta, editada en el país y puesta a disposición del público».

Desde otra perspectiva, al libro se le atribuye el registro y almacenamiento de los hechos y conocimientos, preservando el saber humano en todas sus vertientes. Posibilita la educación a gran escala, estimula el hábito de lectura, el pensamiento crítico y la autosuperación.

Asimismo, propicia el uso léxico y semántico de las lenguas ayudando a preservarlas o modificar su uso a través de las generaciones.

Y muy importante: el libro da acceso democrático a la variedad de pensamientos posibles, contemplando la diversidad ideológica y cultural como recurso para la comprensión del mundo como un todo.

Un fantasma recorre al libro. 

Hoy en día, la popularidad de los soportes electrónicos de la era digital han cambiado el modo de consumir los libros. Entre sus más atractivas ventajas está la accesibilidad, pues con solo unos clics se pueden descargar textos desde cualquier lugar y momento.

Además, posibilitan el ajuste del tamaño de la fuente, el brillo de la pantalla y otras configuraciones para adaptar la experiencia de lectura a nuestras preferencias y necesidades.

También surge el audiolibro y se incorporan funciones adicionales como diccionarios integrados, marcadores digitales, la posibilidad de realizar búsquedas rápidas dentro del texto, entre otros.

Pero un fantasma recorre al libro: cada día se lee menos; se trata de una epidemia global de la cual Cuba no está excluida; y para empezar, pregúntese cuál fue el último libro que leyó y saque usted sus propias conclusiones.

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