La Habana, Cuba. – Asesor musical y crítico de arte en la radio, cuando el medio comenzaba a andar, Alejo Carpentier fue también animador cultural y musicólogo. Cubano de raigambre, a pesar de haber nacido en Suiza y fallecido en París, fue el periodismo el oficio del que no iría a separarse nunca.

Alejo Carpentier llegó a la prensa con el fin de ganarse la vida, y comenzó escribiendo crónicas de espectáculos y comentarios de moda.

Poco a poco adquiriría personalidad periodística y se iría especificando su quehacer.

Cuando produjo para El Nacional, de Caracas, según afirma la Doctora Graziella Pogolotti, ya no necesitaba del periodismo para vivir: tenía un empleo que le dejaba luengas entradas, tiempo para escribir su obra narrativa, y pasar por El Nacional a dejar las 90 líneas de su contribución.

Cronista de su tiempo

En Alejo Carpentier puede observarse una perfecta alianza entre la pluma que transfiere veracidad y la que ficciona.

Al decir de Luis Sexto, Carpentier nos legó una obra periodística modélica debido a que sabía que en el periodismo la estética tiene también un espacio. Sucede que Alejo Carpentier supo ver al periodista y al escritor integrados en la misma personalidad.

Consagrado ya dentro de las letras cubanas, definió al periodista como un escritor que trabaja en caliente y cuyo estilo se forja en función de la síntesis, con la nota humana puesta en su justo sitio.

El novelista, dijo, puede darse a la disquisición de modo tal, que en sus manos la noticia pudiera convertirse en un capítulo maestro. El periodista, según Carpentier, es el cronista de su tiempo, el que nos entrega el acontecimiento que luego se situará en justa perspectiva para cualquier análisis histórico.