Holguín, Cuba. – Un maestro de la Academia de San Alejandro nacido en Holguín, el escultor Mario Santi, ganó en 1948 el concurso para erigir el mausoleo del Apóstol, en el cementerio de Santa Ifigenia.

Entre una veintena de proyectos de todo el país, el escultor se alzó con la licitación, junto al arquitecto habanero Jaime Benavent, sobre la idea del volumen hexagonal de estilo art decó, custodiado por seis cariátides emergentes de sus vértices, simbólicas de las otrora provincias.

Al interior, tras la urna fúnebre del Héroe Nacional, realza la imagen sedente del Maestro en actitud meditativa, esculpida en mármol blanco de Carrara, sobre un piso de mármol gris de las canteras de El Abra, donde el joven Martí cumplió castigo del régimen colonial.

Considerado una joya del arte funerario, el monumento evoca su concepto sobre el homenaje a los héroes.

Escultor holguinero

Por su significado especial para los cubanos y las virtudes formales del conjunto, el mausoleo a José Martí en Santa Ifigenia constituye la obra más importante del escultor holguinero Mario Santi, radicado en los Estados Unidos desde los años 60 del pasado siglo.

Entre muchos ejemplos, destacan esculturas a las madres en su natal Holguín; Guane, en Pinar del Río, y la matancera Cárdenas, así como estatuas a Antonio Maceo, Carlos J. Finlay, Eduardo Chibás, San Antonio María Claret y otras personalidades.

Además del mausoleo y sus homenajes a las madres, Santi fue premiado en varios certámenes y salones de bellas artes del periodo republicano.

Antes de erigirse en talentoso escultor y luego de sus estudios en Santiago de Cuba, Mario Santi obtuvo una beca en San Alejandro, donde ganó después sendos concursos de oposición para ocupar cátedras en la academia que lo consagró.