Entre las estampillas de correo más preciadas de la filatelia mundial  se encuentran las conocidas popularmente como “misioneros de Hawái”, unos sellos rústicos de diseño primitivo surgidos en el archipiélago hawaiano hace más de 160 años, mucho antes de que ese territorio fuera anexado a los Estados Unidos.

Esos grabados, según versiones centenarias, dieron lugar a un crimen que, al parecer, formará parte siempre de las leyendas del mundo de los filatelistas, con tintes de filme policial.

El sobrenombre de las estampillas en cuestión se debe a que la mayoría de los ejemplares que han sobrevivido proceden de la correspondencia dirigida a familiares y amigos, en el siglo XIX, por misioneros protestantes estadounidenses residentes en Hawai.

Dos de los sellos, de dos y cinco centavos, se emitieron en octubre de 1851, y el otro, de 13 centavos, en abril del año siguiente.

Estampilla culpable

Los sellos conocidos como “misioneros de Hawái”, que se usaron durante cinco años, hasta agotarse, se imprimieron en papel fino y, a su fragilidad, se atribuye su escasa durabilidad y rareza.

Además, se asocian a un famoso asesinato, el del rico negociante parisino Gastón Leroux , cuyo cadáver apareció en su casa en 1892. El móvil del crimen fue un misterio para la policía, pues nada de valor faltó en el escenario del delito.

Fue un detective a cargo del caso, también filatelista, quien comprobó que la víctima tenía una valiosa colección de sellos.

Luego de revisarla con esmero, el investigador se dio cuenta de que faltaba un ejemplar de dos centavos, de color azul, de los “misioneros de Hawái”. Después descubrió que un amigo del asesinado, amante de los sellos, lo robó tras matar a Leroux, quien se había negado a  vendérselo. El criminal pagó su delito en la horca.