La Habana, Cuba. – Desde los días iniciales del triunfo de la Revolución cubana en enero de 1959, Estados Unidos no cesó de fraguar planes para derrocarla. Lo que contemplaban: guerra psicológica, desestabilización interna por varias vías incluidas la lucha armada, los sabotajes a la economía y otros actos terroristas, con una feroz campaña diplomática.

Dentro de esa estrategia multidimensional estaba la intervención militar, directa o indirecta, que los acercara a sus objetivos.

La Operación Pluto se enmarcó en esos gestos desesperados. Elementos contrarrevolucionarios agrupados en la Brigada 2506, apoyados por cinco barcos y otras unidades navales estadounidenses, se lanzaron contra la costa sur al centro de Cuba.

La brigada mercenaria pretendía tomar una cabeza de playa, formar un gobierno provisional y solicitar de inmediato la intervención militar directa.

Resistencia ejemplar

La invasión mercenaria perpetrada en la madrugada del 17 de abril de 1961, encontró enseguida una resistencia ejemplar del pueblo revolucionario.

En menos de 72 horas, con una lucha ininterrumpida en las costas, pantanos y bosques, el pueblo derrotó la intentona en Playa Girón y Playa Larga. Bajo el mando certero del Comandante en Jefe Fidel Castro, quien participó directamente en los combates, las tropas cubanas capturaron casi 2 mil mercenarios, le infligieron 89 bajas mortales y 250 heridos.

La victoria se obtuvo el 19 de abril y consolidó el prestigio de la Revolución a nivel mundial, concitó la solidaridad y se constató la confianza del pueblo en su propia fuerza, como dijo Fidel: a partir de Girón todos los pueblos de América fueron un poco más libres.