La Habana, Cuba. – Amadeo Roldán, director de orquesta, compositor y violinista cubano, llamó a los músicos del país caribeño a hacer un arte autóctonamente americano.

El autor de Obertura sobre temas cubanos murió en La Habana en marzo 1939, aquejado de cáncer, enfermedad que no le impidió enseñar, dirigir o crear hasta su último hálito de vida.

Roldán- hijo de madre cubana y padre español- desde pequeño aprendió a tocar el piano con la progenitora y recibió clases de violín, composición y armonía en Europa, donde residió un tiempo hasta viajar a  Cuba.

Con sólo 16 años el artista legó al pentagrama cubano Suite en sol mayor, una de sus primeras composiciones. «Como músico americano mis ideales son, ante todo, conseguir hacer un arte esencialmente americano en un todo independiente del europeo, un arte nuestro, continental, digno de ser aceptado», afirmó.

Creador nato

En el artículo Posición artística del compositor americano, Amadeo Roldán exhortó a los músicos americanos a crear un producto genuino de lo que José Martí denominó Nuestra América.

Roldán, junto a Alejandro García Caturla, tuvo el mérito de haber sido iniciador del arte sinfónico en Cuba y primer músico de la Isla que incorporó los instrumentos afrocubanos a la orquesta sinfónica.

Según especialistas la quinta y sexta de sus Rítmicas, que datan de 1930, parecen ser los primeros trabajos en la tradición occidental de música clásica escritos para percusión.

La composición más conocida de Roldán es el ballet La rebambaramba, descrito por un crítico del momento como un musicorama multicolor que convierte una fiesta afrocubana en una magnífica exhibición de meloritmos del Caribe, con una fauna variada de efectos nativos de percusión.

Consagrado al arte musical

 Amadeo Roldán, quien nació en París en 1900, desde muy joven se consagró al estudio del arte musical.

Fue acreedor al premio Sarasate en la categoría de violín, que le facilitó obtener una plaza en la ejecución de ese instrumento en la Orquesta Filarmónica de Madrid y realizar conciertos en ciudades españolas.

Una vez en Cuba trabajó en cabarets, cafés, restaurantes, cines, y dio clases de violín, viola y guitarra para obtener el sustento diario.

Por aquella época compuso obras llamadas de juventud, que abarcaban los géneros sinfónico, de cámara, voz y piano y, posteriormente, La obertura sobre estrenos cubanos, donde afloraron por primera vez elementos del folclore musical del país antillano. El investigador Ramón Guerra asegura que su cumbre creativa la alcanzó Roldán con la suite Motivos del son, basado en poemas de Nicolás Guillén.

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