Carlos Alberto Cremata Malberti es puro nervio. Piensa y habla rápido, está atento a todo y a todos y se enamora en un abrir y cerrar de ojos de la más disparatada idea artística para convertirla en una obra refinada por la espontaneidad de los niños.
Desde hace 27 años es el director general de la compañía infantil La Colmenita, su más exquisita y acabada creación artística, el taller donde los niños se pulen el alma sobre el escenario y tejen increíbles lazos de amistad.
Tim, como todos lo llaman, no es un director al uso, ni un adulto que juega a ser niño, sino un hombre maduro que sabe ponerse a la altura de sus pequeños actores, a quienes lleva de la mano por el mundo del teatro para obtener el más fino resultado sobre las tablas.
Pero más allá del brillante intelectual, del talentoso dramaturgo, del frustrado actor, del bromista inveterado, hay un hombre de 58 años que vibra como el más humilde de los cubanos y para quien “nada humano me es ajeno, por eso mantengo un estrecho vínculo con la programación de Radio Reloj”.
“Como todo los cubanos nací escuchando Radio Reloj. Posiblemente cuando salí del vientre de mi mamá estaba puesta la emisora y la estaban escuchando”, dice con una media sonrisa en los labios.
Rememora aquellos años de la década de los 60 del pasado siglo, cuando en su casa sintonizar la emisora era un acto cotidiano que reunía a la familia en torno a un viejo radio.
“Siempre escuchábamos Reloj y Alegría de sobremesa”, afirma y uno no puede menos que sentir que Cremata, sin proponérselo, está emparentado a dos de los pilares de la radio cubana de todos los tiempos.
Como a millones de cubanos, aquella costumbre de escuchar temprano las noticias se instaló en la vida del ahora director teatral, convertido en un oyente de los que “caza” las infoirmaciones más importantes cuando sabe que hay algo de trascendencia dentro o fuera de las fronteras nacionales.
“Y cuando me entero que están hablando algo de La Colmenita, lo busco”, asevera antes de señalar que la emisora “siempre ha sido muy generosa con nosotros”.
“Cuando tenemos algo siempre se lo mandamos y jamás han fallado. Siempre nos han ayudado”, subraya.
Casi desde su fundación misma, La Colmenita ha encontrado un espacio privilegiado en la emisora, que divulga prácticamente cada actividad del grupo, lo que en opinión de Cremata “es muy importante para nosotros” por la posibilidad de amplificar las actividades de la compañía.
Quizás por eso, cuando hoy reinan Internet y las nuevas tecnologías, confía en que Reloj tendrá un lugar perdurable en el universo radial cubano porque, subraya, sería un crimen renunciar a algo que es casi un patrimonio.
Cremata no ha desistido ni de uno solo de sus sueños, fantasías que solo hace realidad con el tesón de un hombre que aspira a que este hermoso proyecto llegué al menos a los 70 años, porque, afirma, “cuando La Colmenita sea grande quiere ser como Reloj”.