“En el tiempo que no usaba tarjeta de crédito me iba más de una vez, solo, a esperar el amanecer (…) Eran los años en que miraba los árboles sin querer comprarlos, cuando la primavera no tenía precio y la tierra era de todos”
No me gustan las ideas apocalípticas. Pongo a mi subconsciente a luchar contra esas hipótesis, muchas veces muy bien fundamentadas, que básicamente profetizan que el ser humano se dirige poco a poco, con el desarrollo tecnológico, hacia la era de la estupidez. Trato de alejar esa teoría de mi mente, pero la verdad es que uno puede optar por la indiferencia, decidir no ver lo que tiene ante sus ojos, pero “eso” siempre va a estar ahí; ¿para qué ignorarlo?
Estudiosos de la Comunicación, Sociólogos, Psicólogos e Investigadores de todas partes del mundo han analizado el impacto negativo de las tecnologías partiendo, en muchos casos, del comportamiento de niños, jóvenes y adultos. Ejemplos existen muchos: desde infantes con el llamado “autismo sobreimpuesto” hasta historias de adolescentes que han matado a sus padres por desconectarle la PC en el momento que jugaban. La realidad es que se ha visto y oído de todo en este sentido.
En el caso de Cuba hablar de algún tipo de impacto de la tecnología en la conducta era sumamente difícil, toda vez que el acceso a los diferentes dispositivos que esta provee era muy escaso. Sin embargo, para bien diría yo, los tiempos han cambiado. Hoy las tabletas, los móviles, las videoconsolas y las computadoras son más accesibles y ya, su influencia se hace notar.
Había escuchado varias anécdotas, pero solo viéndolo uno se percata de la dimensión de un problema que nadie quiere llamarle problema. Fue en una pizzería. Un padre llegó con una niña que hablaba como Dora la exploradora. Era como si estuviera programada, como si su mente estuviera poblada solo por tres o cuatro pensamientos que se repetían de vez en vez. Dos de ellos eran sí y no.
Todos los presentes lo notaron y todos celebraban a la pequeña. ¡Qué linda, habla como los muñequitos! era la frase común. Pero la escena no tenía nada de «bonita». Y no era necesario ser psicólogo para saber que la niña pasaba más de tres horas mirando programas infantiles, tenía poco contacto con el mundo exterior y unos padres que no se daban cuenta de nada.
A uno de mis vecinitos el médico le prohibió usar la tableta o cualquier otro dispositivo; porque como siempre está en una posición que le mantiene la columna jorobada, con ocho años ya tiene una escoliosis aguda. Y los problemas no son solo en niños. Hay adolescentes que han convertido los video-juegos en su vida y gente que vive en y para Facebook (como un reality show) Y ahora también está de moda que las parejas “salgan a conectarse”; ya no es a la discoteca o al malecón, es “a conectarse”.
En este punto hago la salvedad. Aquí no se trata de esto es malo o esto es bueno. También se hace un uso minimalista de la palabra tecnología mirándola como el conjunto de conocimientos que permiten diseñar y crear bienes y servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente y satisfacen necesidades y deseos. Igualmente se mezcla el impacto de los video-juegos, con el de los muñes y con el de la internet (que si bien pueden tener puntos comunes, cada uno es un mundo complejo y peculiar).
Ofrezco disculpas por estos atropellos con la única excusa de que, como me dijo una vez un colega, nada humano me es ajeno. Y esos fueron los recursos a mi alcance (en este espacio) para compartir con ustedes una preocupación que debe ser la de muchos, sobre todo teniendo en cuenta que en Cuba todavía estamos a tiempo de que las alertas y los llamados de atención sobre esta índole, resulten.
Todos debemos estar conscientes que las absolutizaciones son siempre perjudiciales. No se puede negar el componente lúdico del juego, la importancia de las Redes Sociales o los horizontes que abre el contacto con tecnología avanzada, en fin, no se puede negar el desarrollo y mucho menos luchar contra él. Se trata de buscar un equilibrio. Cuba es un país donde las calles siempre están llenas y el contacto entre la gente es casi inevitable. ¿Por qué desechar eso? ¿Es qué no hay opciones o no lo estamos contemplando porque es más cómodo estar sentado?
es un tema complejo y es bueno que lo traigas a colación, hay quienes aun no son conscientes de los efectos negativos que traerá el uso desmedido de la tecnología, no solo psicologicamente, también cultural y linguístico