La Habana, Cuba. – Muchos sueños y anhelos por cumplir tenía Fabio Di Celmo, el muchacho huesped del hotel Copacabana, en La Habana, cuando manos asesinas movidas por el imperialismo segaron su vida.

Al estallar la bomba en el lobby de esa instalación turística, una esquirla penetró en el cuello de Fabio, quien murió casi al momento.

Fabio, joven entonces con 32 años, amaba a Cuba, la visitaba con frecuencia y disfrutaba de amigos y lugares que le proporcionaban mucha felicidad.

Han pasado veinte años, y esa herida no cierra, porque hay muchos que aún esperan justicia para los culpables de esos crímenes terroristas que tenían la mira puesta en destruir la Revolución.

Los hombres dignos siempre condenaremos cualquier política de agresión e injerencia contra el pueblo de Cuba, que ama más y defiende a toda costa su Revolución.