La calle Obispo casi nunca está vacía. Foto: L. Mitjans

La calle Obispo casi nunca está vacía. Foto: L. Mitjans

Una vez alguien dijo: “en este pedacito está toda Cuba”. Se refería a Obispo, una de las calles más transitadas de la capital, una de las más conocidas de la Isla, el lugar que casi todos los visitantes quieren conocer, el camino donde la soledad no existe y el silencio parece una utopía.

Parafraseando a un poeta, Obispo es un libro abierto donde se pueden leer casi todas las páginas de Cuba, incluso las que tratamos de arrancar por una cuestión de pudor. Desde la época colonial hasta las experiencias más actuales de una nación; que en el fondo nunca ha dejado de buscarse, aunque muchos crean lo contrario; todo está dibujado allí, y lo mejor es que cada día al cuadro se le añade otro color.

Las obras de restauración, que ejecuta la Oficina del Historiador de la Ciudad, hacen que el rostro de una época de esplendor arquitectónico permanezca visible luchando contra el tiempo, que ha sido implacable y ha dejado profundas marcas. Algunas se han podido borrar, otras permanecen allí para recordar la lección: una ciudad no debe dejarse a su suerte.

Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Foto: L. Mitjans

Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Foto: L. Mitjans

De acuerdo con la ubicación de cada quien, la calle la abre el afamado Bar Floridita, que debe su reconocimiento mundial a las visitas de Hemingway, o la Plaza de Armas, donde, desde el año 1955  la estatua del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, ocupa el pedestal que en su tiempo fue del monarca  español Fernando VII. Pero lo verdaderamente interesante está en el trayecto, en la energía que fluctúa de una punta a la otra. Obispo parece reconstruirse continuamente: es como si a cada transeúnte le robara una historia.

Zapatillas deportivas o chancletas, gorra para el sol y alguna camiseta, blusa o accesorio con el Che Guevara o Fidel son algunas de las prendas comunes que llevan los extranjeros cuando transitan por la zona. Junto a los guías caminan de un lado a otro escuchando la historia de La Habana, y muchas veces, la de Cuba. Con cámaras o dispositivos móviles inmortalizan el momento en que son parte de la Isla, en que disfrutan de una cultura que, nadie duda, posee un misticismo impresionante.

El tabaco, el ron, los elementos relacionados con la religión afroamericana y los versos de La Guantanamera son algunos de los “símbolos” que más se comercializan en la calle, junto a los suvenires de otras tierras; pero lo distintivo lo proporcionan quienes día a día transitan por los adoquines de Obispo.

Una calle de reencuentros. Foto: L. Mitjans

Una calle de reencuentros. Foto: L. Mitjans

Aquí se ve todo tipo de gente y el visitante, en dependencia de lo que haya venido buscando, guarda el recuerdo que desee. Casi siempre quedan atónitos con la imagen de los niños en las aulas o saliendo de la escuela con el uniforme de la pañoleta azul o roja. También los maravilla “las innovaciones” del cubano y los grandes ejemplares literarios, para ellos tan accesibles.

Algunos creen que Obispo, y hasta la Habana Vieja, es un lugar para los de afuera, en gran medida por el precio de los diferentes establecimientos. Por otra parte, la aglomeración de personas, que ahora se ha hecho mayor con la posibilidad de acceder a internet vía Wifi, el calor y la intensidad del sol, son elementos que atentan contra el disfrute que podría suponer andar por una de las calles más transitadas de la capital.

Sin embargo, Obispo es más que todo eso, es una calle de reencuentros. Allí el contacto con nuestras raíces, con lo autóctono, es inevitable. Una bandera, un tambor y las melodías de un son muy famoso en otros tiempos son “íconos” que acompañan durante el trayecto, aunque uno quiera evitarlos.

No obstante, las palabras de Eduardo Galeano no deben olvidarse: “la cultura popular no consiste solamente en las tradiciones típicas que, por lo demás, en algunos casos tienen una base vernácula dudosa. ¿Qué es la genuina cultura popular sino un complejo sistema de símbolos  de identidad que el pueblo preserva y crea? Al negarle esta dimensión creadora, se le envía al museo. Y, la calle Obispo tiene dueños, son esos que todos los días la reconfiguran y le añaden otro significado, en fin, que la inmortalizan.

 

Elementos que evocan la cultura de la Isla se comercializan en Obispo. Foto: L. Mitjans

Elementos que evocan la cultura de la Isla se comercializan en Obispo. Foto: L. Mitjans

 

Figura de Carlos Manuel de Céspedes Plaza de Armas en la Plaza de Armas. Foto: L. Mitjans

Figura de Carlos Manuel de Céspedes Plaza de Armas en la Plaza de Armas. Foto: L. Mitjans

 

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