Camagüey, Cuba. – El doctor camagüeyano Ángel Esteban Miranda Fragoso confiesa que cuando tuvo que elegir una especialidad para estudiarla inicialmente quería ser pediatra como su padre y su hermana, sin embargo, al no soportar el sufrimiento de un niño enfermo se decidió por el trabajo con adultos.

Fue entonces que, tras el infarto de su progenitor, y porque valoró que en la Cardiología era donde más necesitaba profundizar y más podía aportar como médico, decidió encausarse por esta rama.

Inicialmente para mí un electrocardiograma era un universo indescifrable y fue muy difícil al inicio, tanto que pensé que me había equivocado al elegir la especialidad, pero tras el primer año de estudios, le tomé tal amor que ahora siento que no me alcanzaría la vida para todo lo que quiero conocer sobre este campo, expresa.

De verdad que no me equivoqué al convertirme en cardiólogo porque aquí es donde me siento bien profesionalmente y la mayor satisfacción es cuando un paciente que llega muy preocupado a mi consulta sale con esperanzas tras explicarle que hay esperanzas para su caso.

Ángel de corazones

Muchos son los pacientes que en Camagüey agradecen la atención del doctor Ángel Esteban Miranda Fragoso, actualmente subdirector del Hospital Provincial Manuel Ascunce Domenech e integrante del equipo que labora en el servicio de cardiología.

Disímiles son las anécdotas que pudiera contar, como la de aquel estudiante de Medicina que decidió optar por la carrera porque cinco años atrás el equipo que lideraba el doctor Miranda salvó la vida a su padre, y es esa una de las grandes satisfacciones que hoy siente este galeno camagüeyano.

Sin embargo, ello es fruto del trabajo de un equipo muy profesional -insiste el doctor Miranda- porque para hacer buena Cardiología hay que trabajar en equipo y el mérito no es de uno solo, insiste.

Como buen discípulo, el doctor Ángel Miranda, agradece su formación profesional, a prestigiosos exponentes de la especialidad en Camagüey como Rafael León Díaz, Lázaro Ramírez Lana, Justo de Lara Abad, al cardiopediatra Eddy Pedrozo, y a otros de quienes aprendió que el mejor tratamiento para el corazón es una atención médica de “todo corazón”.