Jair Bolsonaro representa a las fuerzas más reaccionarias de Brasil

La Habana, Cuba. – El 2018 marcó un tiempo de estrés para la situación política y social de Brasil.

Con Dilma Rousseff fuera del juego y un gobierno ilegítimo manchado por la corrupción, se emprendió una amañada guerra judicial contra el político más popular de la historia del país, Lula da Silva, que terminó con su encarcelamiento sin habérsele probado falta alguna.

A pesar de múltiples esfuerzos, el histórico líder del Partido de los Trabajadores fue impedido de contender en las elecciones generales de octubre pasado.

En un intento por salvar la crisis, ya con la figura de la izquierda mundial bajo injusta prisión y sin mucho tiempo, fue catapultado a la escena política Fernando Hadad, sucedáneo emergente de Lula que salió al ruedo de la justa electoral. Pero la derecha envalentonada, representada por el trumpiano Jair Bolsonaro sacó todas las garras y en la segunda vuelta se llevó el gato al agua.

El gigante a caído

Termina el calendario con otra mala noticia para la región, ya resentida por una incombustible escalada neoliberal.

Toma las riendas del gigante sudamericano un excapitán ultraderechista, abiertamente homófobo y simpatizante de pasadas dictaduras, con una retórica al estilo del impresentable mandatario norteño, Donald Trump.

Las fricciones con Cuba no demoraron y, sin siquiera haber calentado la butaca presidencial, Bolsonaro arremetió contra el programa de salud Más Médicos, provocando el regreso a la patria de los colaboradores cubanos y dejando sin atención sanitaria a millones de brasileños.

Luego del voto de 57 millones de ciudadanos, el ascenso de semejante personaje al mando de una de las potencias emergentes más importantes del mundo pone en fase de alarma el mapa político de Latinoamérica.