La Habana, Cuba. – Al leer el texto Un hombre afortunado, se puede escuchar la voz de su autor, el general de división José Ramón Fernández Álvarez, pues estas memorias suyas editadas por la Casa Editorial Verde Olivo, permiten advertir sus vivencias, entre los susurros y las cadencias propias de ese Gallego Fernández dado a querer.
Así lo destaca en el prólogo el General de Ejército Raúl Castro Ruz, primer secretario del Partido al momento de escribir el texto, al resaltar el “nuevo y valioso aporte al conocimiento de la historia de Cuba” de esta obra, sobre todo para los más jóvenes.
Ocho capítulos muestran una importante etapa de la vida del militar cubano: desde su ingreso en el Ejército Constitucional de la República, hasta el desempeño como ministro de Educación.
Además, el libro muestra importantes etapas del acontecer nacional que han sido poco abordadas y escasamente conocidas, como es la dinámica interna de las fuerzas armadas prerevolucionarias y su papel en la victoria de 1959.
Mas, la mayor virtud de la obra es el apego a la realidad de los hechos y los pensamientos del autor en cada coyuntura, colocándose en el punto de vista que tenía entonces, al señalar el devenir de la Revolución no como una historia personal, sino colectiva.
Para hacerlo, este Héroe de la República de Cuba se valió de sus principales dones: la ética, fidelidad y moral intachable, en un principio, como oficial del Gobierno de Fulgencio Batista y muy pronto, convencido protagonista del proceso transformador que revolvía la realidad de la Isla, del cual fue uno de los hombres imprescindibles.
De esta manera, el volumen recoge, comparte y consagra la memoria histórica de los cubanos. Para ello, se vale también de discursos, escritos, intervenciones y otras narraciones relacionadas con las tareas asumidas.
Su lenguaje claro y directo, nos permite acompañarlo en este recorrido por los largos años de su intensa y fecunda vida dedicada al servicio de la Patria, al relatar cada hecho con sencillez, humildad, interés y justicia, sin adjudicarse el más mínimo mérito ajeno.