La Habana, Cuba. – ¿Quién no ha esbozado una sonrisa o roto en carcajadas ante su aparición en escena haciendo mil algarabías? ¿Quién no se ha conmovido cuando, con todo ingenio, combinan su talento con el de niños discapacitados?

Es poco probable que no hayan sucedido tales cosas en quienes por 31 años hemos disfrutado de las presentaciones de La Colmenita, dirigida por el maestro Carlos Alberto Cremata –cariñosamente Tin, como todos le llaman.

Y es que Tin y su madre, Iraida Malberti, no podían dejar en el suspenso aquel maravilloso trabajo que resultó ser el show acuático “Sinfonía para una Perla, en Mar Mayor”, presentado en la Casa Central de las FAR en 1989.

Aquel fue el punto de partida para que el 14 de febrero del siguiente año se reunieran los primeros 14 integrantes del grupo.

Fieles a los preceptos martianos

Transcurridas las primeras presentaciones del naciente grupo que dirigía Tin Cremata, este, junto a su madre Iraida, comenzó a insertar a los pequeños protagonistas de “Cuando yo sea grande” en las puestas en escenas que ya hacían los más jóvenes.

Es así que en 1994 se presenta la exitosa obra Meñique, sólo con niños, para dar paso a las aplaudidas Ricitos de oro y los tres osos, El gato con botas, y más tarde La cucarachita Martina, entre otras, donde siempre prima la brújula que guía a la compañía: la obra de José Martí.

Y es que para Carlos Cremata, más allá de jugar, recrearse y dar rienda suelta a la imaginación encarnando personajes, La Colmenita utiliza el arte para intentar formar valores, mejores seres humanos, patriotas y ciudadanos, preceptos que defendía el Maestro.

Emisarios de la paz y la esperanza

La Colmenita -al decir de su director Carlos Cremata-, no intenta formar artistas, sino otorga herramientas para que los niños sepan apreciar mejor el arte en el futuro, ese que llevan los colmeneros a los parajes más recónditos de nuestra geografía, en lo que ellos denominan “montajes de campaña”.

Además de crearse filiales de la Compañía en toda Cuba y hacer más visible su obra en La Colmena TV, el prestigio ganado por el colectivo ha trascendido fronteras y ya existen Colmenitas en España, México, Panamá, República Dominicana, Colombia, Argentina, El Salvador y Venezuela, en esa última con 50 réplicas del patio.

Para Cremata el arte hecho por niños tiene que darse por el placer martiano de compartir infancia, como si esta fuera una sola en el mundo y no hubiera fronteras.

Es así como los colmeneros son emisarios de la paz y la esperanza.