La Habana, Cuba. Desde hace más de un año Kadír González vive al margen de los escenarios en su natal Caibarién, rodeado del cariño familiar pero centrado en descubrir nuevas experiencias y mejorar habilidades como multi-instrumentista.

Con apenas 24 años, el joven villaclareño cuenta los días para finalizar sus estudios de saxofón en el Instituto Superior de Arte, aunque extraña las actuaciones en vivo y la energía del público que aplaude su virtuosismo en el cuarteto Todo Incluido.

Como cualquier alumno de la enseñanza artística en Cuba, Kadir González ha tenido que sortear carencias materiales por el cerco estadounidense con el apoyo de consanguíneos y amigos; sin embargo, el tiempo no ha pasado en vano y a raíz de su aislamiento por la COVID, experimenta en el trabajo de voces.

Conocedor de la tecnología informática, el joven músico encontró  alternativas para desarrollar nuevas ideas y armonías.

Pasión por el Jazz

Fue en la Escuela Vocacional de Arte de Santa Clara donde Kadir González conoció la música del saxofonista Kenny Garrett y allí nació su interés por la improvisación y composición de temas que se acercaban al jazz.

Cuando llegó a La Habana, la influencia de sus amigos y de los diversos espacios que comenzó a frecuentar, le hicieron estudiar el jazz conscientemente porque, asegura, es UN género que brinda un sinfín de posibilidades y me mantiene en constante aprendizaje.

Amén de varios premios en el concurso Jojazz, Kadir González aprendió el trabajo de voces por la influencia del británico Yéicob Cúlier y, utilizando el sonido de un piano, es capaz de poner voz a cada nota para que se asemeje al coro.

La música es un mundo diferente donde puedo sentirme ajeno a cualquier preocupación; es una suerte de introspección que me ayuda a conocerme mejor como individuo, sentenció Kadir.

 

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