Sí, como todo parece indicar, el impacto negativo de la actividad humana sobre el medio ambiente es casi inevitable en la actualidad. ¿Hacia dónde debemos encaminar los esfuerzos para minimizarlo?

Aunque no tengamos una respuesta precisa, vale la pena pensar un poco sobre el tema. Tal vez la mejor manera de tratar esa cuestión sea variando la pregunta inicial hasta cuestionarnos: ¿cuánta biodiversidad hay que preservar para mantener el planeta en condiciones que lo hagan habitable?, ¿cuántas especies animales y vegetales garantizan nuestra propia vida?

Con muy buena aproximación se puede considerar a la biodiversidad como aquel término que comprende todos los valores de la variedad biológica de la Tierra. Incluye toda la vida conocida, pero también la aún desconocida, que es presumiblemente mucho mayor que la descrita en cuanto a número de especies.

Enfoque ético y utilitario

Cuando hablamos de biodiversidad se tiene en cuenta además, las variaciones genéticas entre miembros de una misma especie.

Además, abarca la totalidad de los diferentes ecosistemas, pues es a ese nivel que viven e interactúan las comunidades de plantas, animales y microbios. La mayoría de las inquietudes conservacionistas de la diversidad biológica tienen dos componentes principales: uno ético y otro utilitario.

El primero se refiere a que las especies ya extintas no pueden ser recreadas de nuevo. Y es que todas las especies tienen tanto derecho a la existencia como los seres humanos. La aproximación utilitaria tiene en cuenta, en primera instancia, a las especies que pueden ser favorables para el hombre.

Así, la que tenga cierto valor relevante, ya sea económico, científico, alimentario o médico, deberá apropiarse de una mayor cantidad de esfuerzos conservacionistas que otra sin ese requisito.