Carlos del Porto Blanco.
La cultura hace al hombre algo más que un accidente del universo. André Malraux.
La pasada semana se desarrolló en La Habana “La jornada por “Los días de la cultura espiritual rusa en Cuba”. Se realizaron talleres de animación organizados por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, Icaic; un concierto en el teatro del Museo de Bellas Artes; un taller para bailarines y coreógrafos sobre la danza popular rusa en la Universidad de las Artes, ISA; una clase magistral para bailarines y coreógrafos con motivos de la danza popular rusa, en el Conjunto Folclórico y Nacional. Para cerrar la jornada se escogió al Conjunto Estatal Juvenil de Canto y Danza “Altái”, que presentó los ballets en un acto “Rajmáninov” y “Somos Siberianos”, en el Teatro Nacional de Cuba. También, se mostró en espacios de esa institución la exposición “El monasterio Novodévichi: 500 aniversario de la fundación”, perteneciente a la colección del Museo Estatal de Historia de Rusia.
El Conjunto Estatal Juvenil de Canto y Danza “Altái” se fundó el 7 de junio de 2011. Su objetivo principal es la conservación del folclore tradicional y del colorido nacional propio de la región de Altái, ubicada en Siberia, su desarrollo, popularización y plasmación escénica.
La función fue concebida en dos partes, la primera, Rajmáninov, una representación teatral con música del segundo concierto para piano del compositor ruso Sergei Rajmáninov. Según el programa de mano esa es una historia que relata la vida de la gente que vive en una provincia lejana. Habla sobre sus alegrías y apuros, así como sobre sus decisiones y las consecuencias de estas. La producción consta de tres partes: la primera es “La Esperanza; la segunda, “El Amor” y la tercera, “La Fe”. Los protagonistas de Rajmáninov buscan respuestas a las eternas preguntas filosóficas.
El aspecto visual de la producción es monocromo: los actores actúan en trajes de color blanco y negro, se concibió así para representar una metáfora de las teclas del piano, del bien y del mal, de la polaridad de la vida. Artículos de los hogares del siglo XIX completan la escenografía y trasladan al público al ambiente de la época. La música y la coreografía se complementan con un componente vocal.
La segunda parte del espectáculo nombrado “Somos Siberianos” preparó muestra la diversidad de la cultura de esa región de Siberia. Incluye números vocales y coreográficos, de diversos géneros y orientaciones, reflejando la cultura popular de Altái. Se muestra el carácter siberiano y la amplitud del alma rusa. Los trajes con un colorido brillante dan un toque adicional a las piezas. Todo eso con un acompañamiento multimedial que muestra la belleza de la naturaleza de Altái.
Es una lástima que este espectáculo solo haya tenido dos funciones. Sería muy provechoso para el enriquecimiento cultural de la población, que conjuntos artísticos, de los dos países, pudiesen realizar giras más extensas que abarcaran varias ciudades. La amistad entre los pueblos cubano y ruso saldría aún más fortalecida. Los acuerdos gubernamentales firmados entre los dos países van en esa dirección y este es un paso. Solo falta decir, que se repita.