La Habana, Cuba. – Marcharon decididos a otras tierras del mundo que reclamaron su heroico sacrificio porque para ellos, como para nosotros, ser internacionalistas fue saldar nuestra propia deuda con la humanidad, en especial con la fecunda madre África.

De su noble herencia se nos legó gran parte de lo que somos e inspiramos como pueblo culto y mestizo, en tanto de su rebeldía aprendimos a luchar contra la esclavitud, por esta libertad que es faro de nuestra juventud.

Y sobre aquellas tierras allende el Atlántico se esparcieron las vidas de esos jóvenes cubanos, descendientes de Antonio Maceo y Grajales, a quienes rendimos tributo con ofrendas e himnos luctuosos, agradecidos por su ejemplo inmortal.

Fueron jóvenes de cuerpo y espíritu los cubanos caídos en África, como los que levantan sus voces y colocan sus corazones hoy al servicio de esta Patria que es humanidad.