Terminada su lectura quise compartirlo en mi muro de Facebook y, ¡Sorpresa!, apareció un mensaje diciéndome que se había bloqueado un contenido que había compartido en esa red social digital, como voy conociendo como van las cosas en esa feria de las vanidades planteé que no estaba de acuerdo con la decisión de los revisores, y entonces apareció un mensaje que es Noticia.

El contenido que había levantado las alarmas de los “sensores” de los chicos traviesos de Marc Zuckerberg fueron dos artículos compartidos por mí, uno que alababa las bellezas de la ciudad de Camagüey y otro publicado en el diario argentino Página 12, donde se mencionaba lo halagüeñas que eran las pruebas con el medicamento cubano Nasalferon.

Llegado a este punto planteé mi inconformidad a los revisores, ojalá lean esta nota, y pude compartir mi artículo referente al ilustre griego, pero me pregunto…¿cómo es posible que comentar las bondades de una ciudad  cubana, por más, su centro histórico fue declarado por la Unesco como patrimonio de la Humanidad, viole las reglas de la red social digital de Zuckerberg? ¿Cómo se entiende que un escrito que comenta los buenos resultados obtenidos por un medicamento cubano en la lucha contra el Sars-Cov-2 sea considerado que no clasifica para ser publicado?

Evidentemente los chicos de Marc tienen la directiva de usar con respecto a Cuba el lente del que hablaba Galeano, todo contenido que no sea negativo debe ser analizado con lupa, mientras todo lo que clasifique como catastrofista en cuanto a la nación cubana tienen luz verde para ser publicado. En esa red social en las últimas semanas se han compartido decenas de fake news con respecto a los acontecimientos del 11 de julio y días posteriores, ha sido tribuna para amenazas de todo tipo, han ocurrido linchamientos mediáticos para aquellas personas que no han compartido la visión de los promotores del odio de Miami, pero estos parecen no pasar apuros para violar abiertamente las normas de esa plataforma. Sin embargo, hablar sobre las bellezas de una de nuestras ciudades patrimoniales o sobre las posibilidades que brinda un medicamento Made in Cuba, es pecado mortal.

Esta situación me recordó a una comedia estadounidense del absurdo de los años 80, muy vista y disfrutada en su momento por las situaciones tan irracionales que presentaba. ¿Y dónde está el piloto? La situación vivida esta mañana con Facebook me recordó una escena del film. En un aeropuerto van pasando las personas por el detector de metales, de pronto una pequeña y delgada ancianita atraviesa el dispositivo y suena la alarma, aparecen decenas de agentes la tiran al piso, la inmovilizan, la esposan y la conducen detenida, mientras tanto cruzan por el detector de metales una fila de hombrones portando fusiles de asalto, ametralladoras pesadas, lanzacohetes portátiles y toda una panoplia de armas ligeras, sin que ninguno fuera molestado por los guardias de seguridad.

Esta alerta que me hace Facebook, con el señalamiento añadido de que si incurro nuevamente en una falta de ese tipo puedo ser bloqueado de la red significa que ¿no puedo compartir ningún artículo que tenga una visión positiva de Cuba o lo que acontece en ella?, dejo la respuesta a lo que diría ese gran comentarista cubano de política internacional, Eduardo Dimas, saque usted sus propias conclusiones. Esto ocurre en el medio de una campaña mediática contra la actualización del marco regulatorio cubano de las comunicaciones, que fue necesario adecuar para ponerlo a tono con los tiempos que corren. Si alguien lee las resoluciones verá que coinciden en muchos aspectos con las normas aprobadas por otros países miembros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, UIT. Pero, evidentemente, cuando se trata de Cuba, lo normal no vale, como decía Sancho, Cosas, veréis.

Ah, si me ven por ahí Marc Zuckerberg o alguno de sus chicos creativos, no me saluden.

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