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Tuve el privilegio extraordinario de trabajar muy cerca de Armando Hart en el Ministerio de Cultura. Un brillante intelectual, hondamente martiano y fidelista, un pensador, un humanista. «Un verdadero fundador», al decir del Presidente Díaz-Canel.

Lector voraz, estudioso apasionado de la historia de Cuba y de la obra de aquellos que prefiguraron la nación desde los libros y las aulas, Hart estaba convencido de que, si ignoramos nuestro itinerario histórico y cultural, quedamos a la intemperie, sin brújula ni asideros. Esa fue una de sus lecciones más trascendentes: tenemos que conocer a fondo qué somos y de dónde venimos, aferrarnos a ese rico legado y utilizarlo para vencer los retos actuales.

Otras de sus lecciones se derivan de la misión primordial del Ministerio de Cultura en los primeros años: restablecer el diálogo franco y transparente con los creadores para rectificar los errores cometidos durante la etapa que Ambrosio Fornet bautizó como «quinquenio gris», cuando gente mediocre y dogmática traicionó la política fidelista, dañó la unidad de nuestro movimiento intelectual y artístico e impuso medidas absurdas y excluyentes, nacidas del sectarismo, la homofobia, de los más oscuros prejuicios anticulturales. Y también de la ignorancia.

Era, sin ninguna duda, una persona decente. Limpio de alma, incapaz de una mezquindad, de una bajeza. Jamás habló mal de nadie, ni siquiera de aquellos que pretendieron dañar su imagen y obstaculizar su gestión unitaria. Había hecho suyo desde siempre el mandato de Fidel que nos exige «no mentir jamás ni violar principios éticos».

En estos tiempos en que los enemigos de la Revolución utilizan a todas horas los discursos de odio y apelan, para dividirnos, a la injuria, al ultraje, a la calumnia, a la infamia; debemos recordar que Hart rechazó invariablemente, de manera radical, toda mezquindad, toda bajeza, todo impulso o pasión que pueda rebajar al ser humano. Su sentido ético acompañó en todo momento su visión política y su lucidez intelectual.

En este aniversario 95 de su natalicio, cuando nos empeñamos en defender día a día la unidad, sigamos aprendiendo de Hart, volvamos sobre sus ensayos y discursos, sobre su ejemplo, sobre su entrega total, definitiva, a la Revolución.

Con información de Granma