La Habana, Cuba. – Para la Revolución Cubana es prioridad rendir culto a la dignidad plena del hombre, como ansió José Martí. Y en circunstancias muy adversas ha podido promover el derecho a la vida; a la salud y la enseñanza para todos; el disfrute del deporte; el respeto a la diversidad cultural, religiosa y de identidad sexual; la garantía de la seguridad social y la tranquilidad ciudadana.

En materia de derechos humanos la posición de Cuba siempre ha sido diáfana: rechaza firmamente consideraciones amparadas en dobles raseros, selectividad y burdas manipulaciones políticas, al tiempo que aboga por el diálogo franco y constructivo, sobre bases no discriminatorias.

Frente a arrogantes críticos que tratan de desdibujar la realidad y permanecen inmutables ante constantes actos de barbarie en el mundo, Cuba exige que se respete el derecho a escoger su sistema político.

Vocación soberana

Cuba vive momentos muy tensos, en los que debe sortear problemas agudizados por la fragilidad de una economía enfrentada a los efectos devastadores de la pandemia de la Covid-19, en medio de la intensificación del bloqueo que asfixia con saña y viola cada día los derechos humanos de este pueblo.

En tan complejo escenario de escasez hemos presenciado actos que buscan desestabilizar el país, siguiendo conocidas tácticas.

También han aparecido reclamos de diálogo, desde la cultura. Unir cuanto tenemos de útil y de vivo, pidió Martí, quien fue, ante todo, revolucionario. Y el devenir de la Revolución Cubana ha mostrado que sabe dialogar, polemizar, para forjar consensos necesarios con quienes buscan honestamente mejorar esta sociedad que aspira al socialismo, porque nada podrá cortarle las alas a este proyecto emancipador y antimperialista.