La Habana. – La llegada a Cuba de la Covid-19, a inicios de 2020, constituyó un vuelco en la vida de todos los cubanos, y en especial la de los habaneros. Durante duros meses hubo que redoblar esfuerzos para frenar la propagación de la enfermedad, batalla que aún se libra.

En esos primeros tiempos, cuando poco se conocía del SAR-COV-2, en la ciudad se habilitaron 46 centros de aislamientos, muchos de ellos instituciones escolares, donde brazos solidarios, de todos los sectores de la sociedad trabajaron codo a codo por la vida.

A pesar de la lucha, algunas personas murieron, de ellos ningún niño, embarazada o personal de salud.

Junto a este Sí por la vida, hubo que sortear escaseces como resultado de la crisis económica que vive Cuba, agravada por el recrudecimiento de un bloqueo estadounidense que cada día se hace más presente.

Un año de grandes retos

La casi paralización de la actividad turística, la ausencia de materias primas, el desabastecimiento y la disminución de la actividad productiva y los servicios, fueron obstáculos a sortear en La Habana durante el 2020.

Ante esas adversidades el país instrumentó la Estrategia Económica y Social para impulsar la economía afectada mundialmente por la Covid-19.

Y la capital no quedó fuera de ello, se trabajó en el incremento y diversificación de las exportaciones y la sustitución de las importaciones; se prestó especial atención a la producción de alimentos, la industria manufacturera y se tomaron medidas para enfrentar el desabastecimiento.

El programa de la vivienda, tema priorizado en la ciudad, a pesar de los pesares, nunca se detuvo y siguió avanzando por el bienestar del pueblo, premisa fundamental de nuestra Revolución, que siempre pone en el centro de atención al hombre.

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