Artemisa, Cuba. – Campo adentro, a unos kilómetros de la zona urbana del artemiseño municipio de San Antonio de los Baños, Nancy González incursiona desde 2014 en la apicultura.

Lo que empezó como un hobby, con doscolmenas, hoy ocupa una parcela con 30, a escasos metros de la vivienda familiar y, aunque es un trabajo riesgoso por estar expuesta a las picaduras, González asegura que permanecer entre abejas también es hermoso.

Con su traje de colmenera, que la muestran como auténtica campesina, nos conduce al lugar donde viven sus melíferas consentidas y aclara que cuidar de ellas es un trabajo de dos, por eso lo hace acompañada de su esposo.

Asegura que entender la apicultura no es tan simple como poner una colmena y comenzar a producir miel; es necesario estudiar el comportamiento de las abejas y buscar herramientas teóricas que ayuden a entenderlas.

Dulce beneficio

Un apicultor debe saber elegir los panales adecuados para que la miel tenga óptima calidad, y verificar que estén sellados, dice la artemiseña Nancy González, quien trabaja las colmenas desde el año 2014.

La centrífuga que utiliza para extraer la miel es de acero inoxidable y tiene capacidad para 48 panales que no sufren daños durante el proceso.

La miel se guarda en tanques y se vende a la Unidad Básica de Producción Cooperativa Apícola Artemisa, responsable de los exámenes de calidad, de clasificar y determinar sus diversos usos, incluso, la exportación y los destinos medicinales.

Las nuevas medidas al sector también benefician a la apicultora, que tiene la posibilidad de recibir Moneda Libremente Convertible en caso de que sus dulces colmenas produzcan con parámetros competentes en el mercado internacional.