La Habana, Cuba. – Las leyes y regulaciones que sustentan el bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, alcanzan a cada sector de la economía y por año se recrudece sin piedad.

En cada rincón de la geografía nacional, hay historias a borbotones que demuestran la crueldad de la política. Entre tantas de ellas está la vivida por el artemiseño Alejandro Rodríguez, nacido con una enfermedad visual que lo colocó en un salón de operaciones, en múltiples oportunidades, y en todas, con limitaciones en la garantía de insumos sanitarios.

De niño, Alejandro parecía estar siempre distraído, tenía pocos amigos y siempre hablaba de cuando fuera a la Universidad de Ciencias Informáticas.

Años después logró sus propósitos, con más esfuerzo del previsto, pues la escuela especial donde estudiaba carecía de máquinas y hojas brilles que garantizaran un aprendizaje en correspondencia con la enfermedad que padece.

Mejor sin bloqueo

Con carácter extraterritorial, el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba representa un obstáculo para el desarrollo de muchos sectores.

En el crecimiento del ser humano también influye, asegura Alejandro Rodríguez, un artemiseño nacido con discapacidad visual y que debió esforzarse en extremo para alcanzar la Ingeniería Informática.

A los laboratorios de la UCI también llegan las carencias que provoca el bloqueo económico, asegura, mientras recuerda las alternativas de clases virtuales durante los complejos momentos de la COVID-19, y cuán difícil fue acceder a determinados programas de videoconferencias.

Eliminar el bloqueo es un asunto que dejará beneficios para Cuba y, al mismo tiempo, para la economía de varios países que podrán comercializar sin el temor de ser sancionados. También para ellos, sin bloqueo, será mejor.