La Habana, Cuba. – En tiempos malos, los pícaros florecen como la verdolaga y tratan siempre de sacar ventaja a costa del bolsillo ajeno.

Ahora, cuando el bloqueo dobló su apuesta y la pandemia es un azote adicional, algunos tratan de hacer sus pillerías con unos precios que parecen salidos de una novela de ciencia ficción.

Es cierto que ese incremento tiene una explicación económica en el desabastecimiento y hasta en alguna dosis de incertidumbre por el futuro, pero la verdad es que la subida ha sido exagerada y respondiendo más al lucro que a la realidad.

Para los cubanos, estén donde estén en la geografía nacional, ha sido difícil, por no decir imposible, escapar a los precios de carretilleros, tarimeros y hasta de algún que otro avispado administrador.

Elevar los precios, a veces de manera irracional, es hoy una moda tóxica. 

Acción conjunta

La escalada de precios mucho más allá de lo racional y de los hechos económicos, ha llegado antes de la aplicación del ordenamiento monetario y cambiario en ciernes.

Algunos pillos han vulnerado los topes dispuestos por los gobiernos territoriales y ahora no queda más remedio que actuar con la Ley en la mano.

La acción conjunta de las autoridades locales, la policía y el pueblo, volverá a ser la vacuna más efectiva contra ese viejo virus. Y quienes de acuerdo con el Código Penal violan los precios establecidos, y por tanto infringen las normas de protección al consumidor, arriesgan privación de libertad de 6 meses a 2 años, o multa de 300 a mil cuotas.

Estamos a punto de comenzar el ordenamiento de la economía y los precios también tienen que entran en orden, aunque sea mediante la ley.