La Habana, Cuba. – Desde su etapa estudiantil universitaria, en su natal Santiago de Cuba, la bióloga Luz Margarita Figueredo Cardona se inició en los caminos de las investigaciones relacionadas con la fisiología vegetal.

Fue en ese periodo cuando se interesó también por la embriogénesis somática en el café y la caña de azúcar.

Años después, la actividad dulceacuícola sería el centro de su faena cotidiana, y los estudios sobre la utilización de harina de gallinaza para la alimentación de alevines de tilapia, que pudieran en un corto tiempo alcanzar la talla comercial, marcarían un momento crucial en la esfera laboral.

Significativa fue la labor de la bióloga Luz Margarita Figueredo Cardona en los muestreos biológicos pesqueros dirigidos a los análisis de capturas de diversas especies, como la aclimatación de la tilapia roja al agua salada.

La pasión de estudiar la flora cubana

A mediados de la década de los 90 llegó Luz Margarita Figueredo Cardona al Centro Oriental de Ecosistemas y Biodiversidad y nuevamente encontró su pasión: el estudio de la flora y la vegetación en las zonas costeras.

De ahí saldrían interesantes propuestas de conservación y manejo sostenible de la flora y vegetación, en su mayoría amenazadas, en la reserva de la biosfera Baconao, mereciendo por ello el Premio al Joven Científico de la UNESCO en 2004.

Condecorada con la Orden Carlos J. Finlay, entre los principales aportes científicos de Figueredo en sus más de tres décadas de trayectoria laboral sobresale el manejo y la reforestación de especies endémicas y en peligro de extinción.

La doctora en Ciencias Forestales salvaguarda nuestra diversidad biológica desde el punto de vista florístico en las áreas naturales.