Holguín, Cuba. – Ráfagas mercenarias quebraron la noche del 12 de octubre, hace cincuenta años, y ensangrentaron el humilde pueblito de pescadores en Boca de Samá, con familias enlutadas para siempre.

Aupados por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), los terroristas ametrallaron viviendas y la escuelita del lugar, más dos trabajadores asesinados y varios heridos, entre ellos las niñas Ángela y Nancy Pavón, marcadas de por vida.

Sus testimonios alertan sobre idénticos propósitos que los de entonces, que hoy nos acechan nuevamente, con iguales pretextos para derrocar el proyecto socialista de cambio social y socavar la elección soberana del pueblo cubano.

Boca de Samá expone sus heridas para la historia y nos advierte que los actos mercenarios suman víctimas, que reclaman justicia y legítimas consecuencias para sus autores intelectuales y materiales.