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La Habana, Cuba. – El arte de comunicar con la palabra oral encuentra en el locutor a uno de sus fieles paladines. Lo mismo en la radio que en la televisión, o en acto público, el uso de la voz y el manejo del lenguaje distinguen la solidez de su mensaje con impecable dicción, entonación adecuada y notable cualidad para acentuar o hacer más llamativa la idea que necesita expresar.

¡Cuánto se agradece la lectura fluida de un texto! ¡Cuánto mérito recae en aquel que improvisa el hecho discursivo o lo hace aún más comprensible, afianzado en su bagaje cultural!

El locutor es un artista de la oralidad y de él dependerá, en buena parte, la eficacia de la intencionalidad mediante el tempo de la palabra articulada, los imprescindibles silencios y necesarios sonidos que acompañan su interpretación.

El locutor es ese amigo impenitente y dedicado que, con personal estilo, apuesta siempre por el buen decir.

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