Llega una suerte de hora de la estrella en los anales de la historia de Cuba, un nuevo aniversario del natalicio, el 14 de junio de 1845, del Lugarteniente general Antonio Maceo y Grajales, guerrero brillante, patriota insigne venido de león y leona, de acuerdo con la metáfora de José Martí, de trayectoria forjadora en su tierra, ayer y siempre.
Fue en la localidad rural de San Luis, Santiago de Cuba, donde nació hace 180 años el niño nombrado Antonio de la Caridad, iniciador de la estirpe heroica de los Maceo y Grajales, quien con la fuerza de su edad y convicciones formadas especialmente por su madre y la familia, entró desde muy joven en la primera campaña libertaria iniciada en 1868 en los mismos albores de esta.
Desde hace muchos años sus coterráneos se inspiran en él como símbolo de la moral, fidelidad y combatividad revolucionaria más alta y ejemplar –Protesta de Mangos de Baraguá, 15 de marzo de 1878- y en la bandera de su difícilmente igualable trayectoria en campañas (Guerra de los Diez años y Guerra Necesaria).
Solo tenía 23 años cuando Antonio se alistó en las filas del naciente Ejército Libertador, a pocas horas del alzamiento del 10 de octubre de 1868, una decisión en la cual se aunaban sus ideales y el pedido de su progenitora, Mariana, hoy venerada como Madre de la Patria.
En las huestes del primer Ejército Libertador Antonio fue ganando experiencia con rapidez, y la eficacia de su desempeño crecía dentro de los campamentos mambises. Vale la pena detenerse un tanto en su vertiginosa trayectoria, que siempre respondió a su mérito.
Su heroísmo y pericia le hicieron ganar el grado de comandante el 16 de enero de 1869 en el combate por la defensa de la heroica ciudad de Bayamo, lamentablemente no ganado por los independentistas y a solo 10 días se le confirió la insignia de teniente coronel, cargo desempeñado hasta 1872 en que fue ascendido a coronel.
Cuando al fin de la Guerra de los Diez años se vio obligado a marchar al exilio e hizo un recorrido por varias naciones caribeñas, siempre se vinculó con la causa libertaria cubana, hasta que se estableció en Costa Rica, en la colonia agraria La Mansión.
En abril de 1895 retorna a Cuba en una expedición, junto a otro jefe mambí connotado, el general Flor Crombet y su hermano, el general José Maceo, para otra campaña independentista grande, la Guerra Necesaria organizada por José Martí, quien lo había contactado en el exterior e invitado a volver a la carga.
Cayó en combate el 7 de diciembre de 1896 a los 51 años en San Pedro, Punta Brava, en plena consolidación y éxito de la Invasión de Oriente a Occidente, Antonio Maceo, como Lugarteniente General era el segundo al mando de los campamentos de la Guerra del 95, dirigida por el Generalísimo Máximo Gómez.
El tesón de sus compañeros y sobre todo de su madre y esposa María Cabrales, lo habían salvado de morir en múltiples ocasiones, en lo cual tuvo protagonismo también su hermano José, general también, otro héroe descollante de la historia nacional.
Con información de la ACN