La Habana, Cuba. – Los cubanos solemos llamarlo, con familiaridad, Raúl. Así ha sido para varias generaciones.

Hoy cumple 92 años, y pudiera pensarse que, después de una vida tan intensa al servicio de la Revolución cubana, necesitaría del descanso reparador del guerrero. Pero, aunque ya delegó los máximos cargos en la conducción de la vida política, económica y social del país, confiado en los pinos nuevos de la renovación, se sabe que Raúl se mantiene atento al pulso de la sociedad y a su capacidad de respuesta ante cada exigencia.

Porque él sigue liderando el proceso revolucionario cubano, con la autoridad de su ejemplo de hombre forjado desde muy joven, en el fragor de combates con las armas, y en otros -aún más difíciles- para levantar un país más justo y próspero en medio de enormes escollos. Hay justicia cuando se considera a Raúl como el mejor discípulo de Fidel.

Fidelidad y modestia

Hace hoy 92 años nació en Birán, en el oriente de Cuba, Raúl Modesto Castro Ruz. Y Fidel tuvo en él a un hermano de sangre y de convicciones políticas.

El líder de la Revolución tuvo en Raúl a un combatiente que jamás creyó en claudicación ni pesimismo.

Participó en luchas estudiantiles y en las acciones del 26 de julio del 53 en la toma del Palacio de Justicia, aledaño al cuartel Moncada. Supo de los rigores del presidio y del exilio, y regresó como expedicionario del yate Granma para abrir un foco guerrillero en la Sierra Maestra.

Fundó el Segundo Frente Oriental Frank País y entró triunfante con la columna rebelde, descabezada la tiranía. Fue artífice y garante de Fuerzas Armadas Revolucionarias. Ése es Raúl. Continuador del mandato histórico de Fidel con lealtad, modestia, pragmatismo y habilidad. Sigue estando, con un pie  en el estribo, como un mambí.