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Manila es la capital de las Filipinas y la segunda ciudad del país por número de habitantes. La ciudad está situada en la costa oriental de la bahía de Manila, en la isla de Luzón, junto a la desembocadura del río Pásig; la ciudad limita al norte con las ciudades de Navotas y Caloocan; al nordeste con Ciudad Quezón; al este con San Juan y Mandaluyong; al sudeste con Makati y al sur con Pasay.

El primer relato escrito acerca de la ciudad es la Inscripción de la Laguna Copperplate, que data del siglo X. La ciudad fue invadida por Bolkiah, sultán de Brunéi, y fue cristianizada ya en el siglo XVI, cuando los exploradores españoles llegaron por primera vez. Fue incorporada el 24 de junio de 1571 por el conquistador español Miguel López de Legazpi. Manila se convirtió finalmente en el centro de las actividades españolas en el Lejano Oriente y destino de la ruta comercial del Galeón de Acapulco a Manila, el cual conectaba a la América Española con Asia.

La ciudad recibió el apodo de la «Perla de Oriente», como resultado de su ubicación central en las vitales rutas del comercio marítimo por el Pacífico. Varias insurrecciones chinas, revueltas locales, una ocupación británica y un motín cipayo se produjeron tiempo después de eso. Manila también vio el surgimiento de la Revolución filipina, que fue seguida por la ocupación estadounidense, contribuyendo a la planificación urbana de la ciudad y al desarrollo sólo para que la mayoría de dichas mejoras se perdiera por la devastación de la Segunda Guerra Mundial. Después de esto, la ciudad ha sido reconstruida.

Su nombre original Maynila proviene de la frase en tagalo May nilad que significa «(donde) hay nílad«. El nílad (nila en tagalo moderno) es un arbusto que crece en la zona. El gentilicio es manileño. En la ribera meridional del río Pásig se encuentra la ciudad originaria, Intramuros, fundada en 1571 y que, a pesar de la despiadada destrucción llevada a cabo por los estadounidenses y los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, contiene aún notables ejemplos de la arquitectura española del siglo XVII, junto a una muralla que la rodea y que se comenzó a construir en 1590, gobernando Filipinas Gómez Pérez das Mariñas.

Manila, antes de la llegada de los españoles, era un enclave musulmán en el que ya se desarrollaba un floreciente comercio con China y otros puntos de Asia Oriental. En 1570, tras haber sido obligado a retirarse de Cebú por piratas portugueses, Miguel López de Legazpi, sabiendo de una próspera ciudad musulmana en Luzón, decidió hacerla su capital. Así que envió a su lugarteniente, Martín de Goiti, para que localizara el sultanato y averiguara su potencial económico. Goiti ancló su flota en Cavite e intentó implantar la autoridad de la corona española por medios pacíficos, enviando un mensaje de amistad al Rajá Soleymán. Este le contestó, intentando ganar tiempo para concentrar sus fuerzas y aniquilar a los españoles, que quería establecer lazos amigables con los españoles, pero que no se sometía como súbdito del rey. Los conquistadores entendieron esta respuesta como un acto de guerra y tras demandar refuerzos, se atacó a los musulmanes en junio de 1570.

Después de conquistar la ciudad, Goiti volvió a Panay, donde se encontraba el gobernador. Finalmente, Legazpi volvió con sus tropas en 1571. Los islámicos prendieron fuego a la ciudad y la abandonaron, instalándose en Tondo y otros pueblos vecinos. El 9 de junio de 1571 comenzó la construcción del fuerte. Solimán, el rajá destronado, tras intentar sin éxito el apoyo del rajá de Tondo, llamado Lacandula, y de los pampangueños y pangasineños, reunió un fuerte contingente de nativos tagalos. Atacó entonces a los españoles, quienes nuevamente lo derrotaron, muriendo en el intento en la batalla de Bangcusay.

Después de la revuelta comenzó la labor evangelizadora. Manila se constituiría en capital de la evangelización católica del Sudeste asiático. Primero llegaron los agustinos, seguidos de franciscanos, dominicos, jesuitas y agustinos recoletos. Los españoles decretaron el monopolio comercial, tal como acostumbraban a hacer las naciones coloniales de entonces. Los chinos se vieron perjudicados por estas medidas y se produjeron disturbios, rápidamente controlados. Como castigo, los chinos fueron sometidos a nuevos y fuertes tributos.

Ya en 1574, el pirata chino Li Ma Hong, al frente de una flota con 62 naves que transportaba 3000 hombres, intentó sin éxito conquistar la ciudad. El gobernador Guido de Lavezares y el maestre de campo Juan de Salcedo, al mando de 500 españoles, expulsaron a la flota mercenaria chino-japonesa. Tras el desastre que supuso para los chinos, los españoles, desconfiando de sus hermanos de raza del interior de la ciudad, sabiamente decidieron concentrarlos en el Parian de la Alcaicería.

En 1595 Manila fue designada capital del archipiélago, así como capital de su provincia, que abarcaba casi toda la isla de Luzón. En 1601 los jesuitas fundaron en Manila un seminario para nobles, que fue la primera institución educativa del país. Tras la independencia del virreinato de México o Nueva España, a cuya jurisdicción administrativa pertenecían las islas, fue la propia metrópoli la que se encargó directamente de la administración de Manila, reforzándose esta vez el poder administrativo de las órdenes religiosas. La amplia provincia manileña, llamada posteriormente de Corregimiento de Tondo, fue seccionándose y formando otras provincias.

La capital colonial española se vio enriquecida con gran cantidad de monumentos: palacios privados y públicos, amplios conventos, bellos templos. Aquí se erigió la primera universidad de Asia, llamada la Real y Pontificia de Santo Tomás, mucho antes de que existieran las universidades de India o de las colonias inglesas de América. En sus aulas se formaron las primeras generaciones de «ilustrados» (una clase educada de criollos, mestizos y nativos).

Hay una breve etapa de ocupación británica, durante la guerra de los Siete Años. Tras un asedio prolongado, una flota inglesa logró asaltar la ciudad el 5 de octubre de 1762. De ese año a 1764, los ingleses ocuparon Manila. El saqueo de la ciudad por los ingleses fue espantoso, perdiéndose infinidad de documentos y de obras de arte. El dominio británico terminó al firmarse el Tratado de Paz de París en 1763.

A principio del siglo XIX comenzó a sentirse la influencia de los movimientos independentistas sudamericanos. El 1 de febrero de 1818 arribó el capitán Hipólito Bouchard, corsario de las Provincias Unidas de Sudamérica, a bordo de la fragata La Argentina. Durante dos meses mantuvo bloqueada la bahía de Manila capturando un gran número de pontines e inmovilizando a las fuerzas navales españolas. Además, cerró el acceso a la bahía por el este con un bloqueo en el estrecho de San Bernandino.

En agosto de 1898, durante la guerra hispano-cubano-estadounidense y tras la batalla de Cavite, el ejército de Estados Unidos ocupó y arrasó la ciudad. La escuálida y anticuada flota española había sido ampliamente derrotada en la bahía. Tras la intervención estadounidense, el movimiento independentista tomaría especial fuerza, ayudado por las aportaciones económicas de los estadounidenses.

Sin embargo, los insurgentes contra España no tardarían en sufrir amarga sorpresa al ver que los estadounidenses, que se habían presentado como liberadores, se instituían ahora en nuevos amos coloniales. Buena prueba de ello fue la batalla de Mock, el 13 de agosto de aquel mismo año, en la que los nuevos invasores derrotaron y expulsaron de Manila a las tropas independentistas filipinas. A eso siguió un movimiento de brutal represión, torturas y ejecuciones masivas por parte de los norteamericanos. Hasta el 31 de julio de 1901, los estadounidenses gobernaron militarmente tanto el país como la ciudad, ya capital del «Protectorado,» fecha en que el Ayuntamiento fue transferido a un grupo de colaboracionistas pertenecientes a la burguesía manileña.

Tras el ataque a Pearl Harbor por la Marina Imperial Japonesa, que tuvo lugar el 7 de diciembre de 1941, tropas japonesas desembarcaron en Filipinas y tomaron la ciudad de Manila que, bajo la ocupación militar japonesa, se convirtió en la sede de un Gobierno colaboracionista pro-japonés. Durante la Segunda Guerra Mundial, Manila sufrió una nueva hecatombe por parte de los soldados estadounidenses, quienes queriendo acabar con las tropas japonesas ocupantes no dudaron en bombardear y arrasar la ciudadela colonial de Intramuros, ocasionando de paso un elevadísimo número de víctimas civiles. Por su parte, las fuerzas japonesas se dedicaron a efectuar masacres entre la indefensa población civil de la ciudad.

Referencias