Compartir

La Habana, Cuba. – El naturalista, botánico, zoólogo y geólogo Thaddeus Peregrinus Haenke, nace en Bohemia, actual República Checa, el 6 de diciembre de 1761. Fue, quizás, el primer botánico que actuó en Bolivia, y uno de los más reconocidos en la historia de la ciencia checa.

Realizó sus estudios en la capital del Imperio, Praga. Allí marchó a los once años, aprendiendo matemática y astronomía. En 1780, ingresa a la Universidad local y pasó luego a la Universidad de Viena, donde estudió botánica, medicina y mineralogía. En 1789, un acontecimiento vino a cambiar su vida. A punto de comenzar la expedición Malaspina (llamada así por el nombre de su comandante, Alejandro Malaspina), la aventura con fines científicos más importante de la época, el gobierno español solicitó a la Universidad de Viena el envío de un especialista botánico para que la integrara. Le elección recayó en Haenke, quien gozaba de un gran prestigio entre sus profesores y colegas, y, con sus 28 años, debió marchar a España para unirse a los cartógrafos, pintores y numerosos naturalistas que estaban a punto de embarcar, en Cádiz, en las corbetas llamadas: Descubierta y Atrevida, que participaron en la expedición.

Se inició entonces una serie de desafortunadas circunstancias para Haenke, que sin embargo serían fundamentales para su labor científica en América. En principio, cuando llegó a Cádiz, las corbetas ya habían partido, y debió abordar otra nave con rumbo a Montevideo. El viaje duró tres meses y terminó mal, ya que el barco naufragó en aguas del río de la Plata, y Haenke se salvó a nado. Permaneció en Montevideo por algún tiempo, durante el cual realizó numerosas expediciones botánicas y recolectó casi 800 plantas. En diciembre, por fin, pudo pasar a Buenos Aires, esperando encontrar allí a las naves de la Expedición, pero se halló con un nuevo contratiempo, ya que éstas habían partido rumbo al sur varios días antes. Sin amilanarse, Haenke inspeccionó el río Las Conchas y el Paraná, recogió 600 especies botánicas y tomó notas zoológicas y mineralógicas durante dos meses.

En febrero de 1790, decidió atravesar a lo ancho el país, rumbo a Chile, en una travesía que para la época resultaba aún fantástica. Haenke lo hizo: primero registró las sierras cordobesas y puntanas, y llegó a Mendoza en marzo, con 500 nuevas plantas en su colección. Sobre fin de ese mes, cruzó la Cordillera, juntando otras 600 plantas de la flora de montaña. Llegó el 2 de abril a Santiago, en Chile, y allí, por fin, pudo encontrar a varios integrantes de la expedición, aunque no a las corbetas, que esperaban en Valparaíso. Integrado a la expedición, llegó a El Callao. Entonces, pidió permiso a Malaspina para regresar a Buenos Aires por tierra; en esa ciudad abordar una de las corbetas (que volverían por el Cabo de Hornos) y regresar luego a España. Así le fue concedido, y Haenke inició una larga marcha a través del Perú, Bolivia y el norte argentino. En ese periplo, ascendió al volcán Misti, de 5300 metros sobre el nivel del mar, lo que resultó toda una hazaña, visitó Cuzco y Arequipa, La Paz, el norte boliviano, el lago Titicaca, el monte Nevado de Ancohuma (de 6500 metros sobre el nivel del mar), Potosí y Cochabamba. En ese lugar interrumpió su viaje, sin motivo conocido, por lo que Malaspina, que esperaba en Buenos Aires, decidió regresar sin él.

En Bolivia, Haenke estudió la flora, la fauna y la mineralogía del territorio, ejerció la medicina e introdujo por primera vez la técnica médica de la vacunación. También se especializó en el estudio de las plantas autóctonas con propiedades farmacológicas. Más tarde, Haenke se las arregló para llegar a España, donde en 1795 publicó Descripción del Perú, Buenos Aires, etc., con los resultados de sus expediciones particulares, y el Herbario de las Pampas de Buenos Aires, Mendoza y la Cordillera de Chile, alumbrado durante su estancia en Cochabamba. Luego, regresó a América y a Cochabamba, donde escribió Introducción a la historia natural de la provincia de Cochabamba y circumbecinas con sus producciones analizadas y descritas, y Memoria sobre los ríos navegables que fluyen del río Marañón (1799). Por esa época, descubrió el irupé denominándolo Victoria regia.

Thaddeus Peregrinus Haenke, muere en Cochabamba, Bolivia, de un accidente doméstico el 1817. La obra de Haenke fue rescatada por Amado Bompland, su sucesor en el cargo de Profesor de Historia Natural, y, muchos años después, promovida por Paul Groussac, su redescubridor.