La Habana, Cuba. – El químico francés Bernard Courtois, nace el 12 de febrero de 1777, en Dijon, Francia. Es conocido por su descubrimiento de la morfina, y en especial del yodo, que tuvo un impacto considerable en la medicina y en el desarrollo de fotografía.
Courtois y su hermano Pierre aprendieron el oficio de fabricar nitrato de potasio para producir pólvora durante la Revolución Francesa. Courtois, sin embargo, se separó de esa empresa para aprender química. Vivió en Saint-Medard Nitrary hasta que estuvo a punto de cumplir dieciocho años, cuando salió de la casa familiar para comenzar su aprendizaje de la química en Auxerre. Luego obtuvo un puesto en la École Polytechnique de París. En 1799 Courtois era farmacéutico en los hospitales militares. En 1801 regresó a la Escuela Politécnica de trabajar en el laboratorio de Louis Jacques Thénard.
En 1802 Courtois trabajó con Armand Séguin en la École Polytechnique estudiando el opio. Junto a Séguin, Courtois aisló la morfina, el primer alcaloide conocido, a partir del opio. Séguin presentó su primera memoria sobre el opio en el Instituto de Francia en 1804. La investigación sobre el opio de Séguin y Courtois llegó a su fin en la École Polytechnique en 1804.
En 1811 la guerra provocó que el negocio del salitre controlado por el gobierno disminuyera puesto que había por entonces una escasez de cenizas de madera con la que se fabricaba el nitrato de potasio. Como alternativa, se obtuvo de las algas que eran abundante en las costas de Normandía y Bretaña. Las algas también tendrían otra relevancia química, aún sin descubrir. En esos días mientras que Courtois estaba aislando compuestos de sodio y de potasio de la ceniza de algas marinas, descubrió el yodo tras añadir ácido sulfúrico a las cenizas de algas marinas. Él estaba investigando la corrosión de sus vasijas de cobre, cuando se percató de un vapor que se desprendió de color violeta inusual.
Courtois fue reconocido por Humphry Davy y Joseph Louis Gay-Lussac como el verdadero descubridor de yodo. Comenzó a producir yodo de alta calidad y sus sales, en 1822. En 1831 fue galardonado con 6000 francos como parte del Premio Montyon de L’Academie Royale des Sciences por el valor medicinal de ese elemento.
A pesar de su éxito al descubrir el yodo, tuvo que luchar financieramente durante el resto de su vida y murió el 27 de septiembre 1838. Tenía 62 años de edad y no dejó bienes a su familia. En el año de su muerte, el Journal de chimie médicale anunció escuetamente su muerte bajo el título «Obituary» como: «Bernard Courtois, el descubridor de yodo, murió en París el 27 de septiembre de 1838, dejando a su viuda sin fortuna. Si, al hacer este descubrimiento, Courtois hubiera sacado un certificado de invención, habría conseguido un gran patrimonio”.