La Habana, Cuba. – Sus esculturas son puñetazos reveladores de la psicología de personajes en su búsqueda interior, una mezcla sólida y sensitiva de la naturaleza humana, una indagación en el abismo del yo.

Tal es la fuerza del escultor francés Auguste Rodin, padre de la escultura moderna, quien rompió con el canon académico del siglo XIX predominante en su país; obras suyas son Hombre con la nariz rota, San Juan Bautista, Venus, El beso, El pensador, Los burgueses de Calais, y Adán y Eva.

En esa polifonía destaca La era de bronce, el desnudo masculino que en 1877 escandalizó a los parisinos y su presentación echó a rodar especulaciones relativas a posibles patrones de yeso trabajados sobre modelos vivos.

El escultor francés Auguste Rodin falleció el 17 de noviembre de 1917, en Meudon, próximo al París de florecimientos.

Camille Claudel

De Auguste Rodin fue discípula, colaboradora y amante la también escultura Camille Claudel, a quien solo en las décadas de los 70 y los 80 del siglo XX se le rindió merecido homenaje.

Al principio, en la unión de la muchacha de 19 años con el maestro de 43, prevaleció una profunda identidad que a lo largo de 15 años fue transformándose en relación tormentosa.

Luego de la separación, ella continuó colocando sus obras en notorios salones, pero le sobrevino un período depresivo en el que se encerró en su estudio, esculpió incansablemente y luego destrozó las obras de inmediato; su familia la ingresó en un manicomio donde pasó el resto de su vida.

Dicen que Auguste Rodin sometió a Camille Claudel a vejaciones, reproches y humillaciones; hoy se le recuerda más por haber sido su amante y no como la admirable escultora que fue.