Tokio, Japón. – Ni siquiera el duro rebrote de la Covid-19 detuvo al gobierno japonés en sus planes de organizar los demorados Juegos Olímpicos de Tokio 2020, inaugurados este viernes.

Esa es la evidencia de que hay mucho en juego en estos Juegos, que sin público y encerrados en una burbuja sanitaria, serán los más anormales de la historia moderna.

En los planes del gobierno japonés, si todo hubiera salido como estaba previsto cuando Tokio presentó su candidatura, estos serían los Juegos de la Recuperación Económica.

Esta Olimpiada se concibió para celebrar la reconstrucción tras el triple desastre de Fukushima cuando un terremoto, un tsunami y el peor accidente nuclear del mundo en tres décadas dejaron más de 20 mil muertos y devastaron esa prefectura y sus alrededores.

Sin recuperación económica

Al contrario de lo que pensó el gobierno japonés, la Olimpiada tokiota contribuirá muy poco al crecimiento económico del llamado País del Sol Naciente.

Y es que los Juegos no compensarán las pérdidas generadas por las frecuentes restricciones impuestas en la lucha contra la pandemia.

Pero el mayor desastre sería un gran brote de coronavirus a raíz de los Juegos, que además de cobrar más víctimas, obligaría a imponer nuevas prohibiciones que ahondarían los problemas de la economía nipona.

Antes de la nueva emergencia aplicada por el gobierno, se esperaba que los beneficios económicos durante los Juegos se situarían en unos 520 mil millones de yenes, de los que 70 mil millones vendrían del gasto de las delegaciones deportivas y de los espectadores. Sin embargo, la realidad es otra y tiene incluso aristas políticas.

Arriesgada apuesta

El primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, ha empeñado todo su prestigio político en la realización de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Ha sido una apuesta arriesgada por el rechazo que genera entre la población la organización de la Olimpíada en medio del duro azote de la pandemia. Y lo peor para Suga es que deberá convocar a elecciones antes de octubre próximo, cuando de seguro se reflejará la opinión de los electores en relación con las olímpicas decisiones del premier.

Esa es otra evidencia de que para Japón ha sido un asunto difícil seguir adelante con los Juegos Olímpicos, una decisión que tendrá una resonancia política.

La parte buena es que al menos podrán recuperar algo de la gigantesca inversión realizada.