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La Habana, Cuba. – Cuando se hable del legado de Fidel Castro Ruz a la creación espiritual cubana, no hay que olvidar su apoyo a la compañía de ballet, devenida Ballet Nacional de Cuba, y a su directora, Alicia Alonso.

Desde la indómita Santiago de Cuba, el destacado periodista y poeta, Reinaldo Cedeño, subraya, además, aquella obra gigantesca de movilización popular que resultó la Campaña de Alfabetización.

Uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que lleguen a ser un verdadero patrimonio del pueblo, expresó Fidel en 1961; su impulso a la fundación del sistema de escuelas de enseñanza artística a lo largo del país fue una ratificación de esas ideas.

En 2002, el Comandante en Jefe acuñó una frase lapidaria: sin cultura no hay libertad posible.

La cultura, arma y cubanidad

Para el director de la Oficina del Conservador de Baracoa, Alejandro Hartman, el Gigante de la Barba Invencible –como nombra al Comandante en Jefe imperecedero para todos los tiempos, Fidel Castro- tuvo presente su concepción de la cultura en el desarrollo de la sociedad socialista.

Su idea de salvar la cultura tuvo basamento en un pensamiento preclaro, contemporáneo, adaptado a nuestra realidad, precisa el historiador.

Antonio Núñez Jiménez me decía que Fidel era un lector incansable, amigo de los intelectuales, señala Hartman y recuerda la participación del líder histórico de la Revolución en el Consejo Nacional de la UNEAC, vinculado siempre con los artistas y los escritores.

Fidel Castro fue ese pensador que concebía que la cultura es un arma y, en nuestro caso, es cubanidad; orgullo de ser cubanos, concluye.