“Más que una nueva arquitectura para un sistema viejo y caduco, lo que urge es demoler hasta los cimientos el sistema financiero establecido y crear otro verdaderamente honesto, democrático, equitativo y humano, que ayude a erradicar la pobreza y a salvar al mundo”

Fidel Castro Ruz. Discurso en la reunión cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe – Unión Europea. 29 de junio de 1999

La Habana, Cuba. – En las últimas semanas el sistema financiero internacional está en el candelero noticioso. Quiebras de bancos importantes en los Estados Unidos, varios países se alejan del dólar, una inflación galopante reina en más de medio mundo y la palabra recesión se menciona en voz baja en los pasillos de las instituciones como para que ésta no se haga realidad. Ese escenario, nada halagüeño, por cierto, me hizo volver a hojear el libro «El sistema financiero de los Estados Unidos» escrito por Francisco Soberón Valdés y editado por la Editorial Ciencias Sociales en el año 2016.

Francisco Soberón desempeñó diversas funciones vinculadas con la actividad comercial marítima internacional. Dirigió compañías e instituciones financieras en varios países. Fue Ministro Presidente del Banco Central de Cuba y tuvo una activa participación en eventos internacionales, así como una gran actividad editorial.

El libro como su nombre lo indica tata sobre los Estados Unidos, quien constituyen, todavía, la mayor economía del mundo y ocupa los primeros lugares en prácticamente todas las manifestaciones de la actividad económica a nivel global. Es el cuarto país en extensión territorial y el tercero en población. Con el 5% de la población mundial su producto interno bruto es alrededor de la cuarta parte del PIB mundial. Es también, en términos absolutos, el país con una mayor deuda pública, deuda externa, déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos y déficit presupuestario del mundo, los cuales ha logrado sostener en razón de que puede endeudarse en su propia moneda -el dólar- que es la moneda de reserva ye primer medio de pago a nivel mundial. Debe destacarse que en Washington D.C. la capital del país, radican tres de las organizaciones financieras internacionales más importantes: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en las cuales Estados Unidos es el país con una mayor participación y derechos de votos.

Este volumen pone en manos del lector una acuciosa información y un análisis riguroso sobre el sistema financiero de los Estados Unidos. Tomando como base la experiencia personal del autor, éste reúne y resume algunos de sus estudios ya publicados, así como un gran caudal de otras informaciones y valoraciones, y los ordena en nueve capítulos, cuya lectura permite conocer los aspectos fundamentales del sistema.

Se abordan temas vitales, como las facultades y funciones de la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro, el presupuesto fiscal, la política monetaria, las características del sistema bancario y otras instituciones financieras, las bolsas principales, las organizaciones financieras internacionales que tienen su sede en el país norteño, la hegemonía del dólar en el sistema monetario internacional y las particularidades de la balanza de pagos de ese país. Además, presenta aspectos que permiten valorar el alcance de la criminal guerra económica de esa nación contra Cuba. Incluye, además, tablas y notas que amplían el potencial informativo de la obra.

La lectura de este libro puede dar elementos para comprender, de mejor manera, por qué el Tío Sam está tan nervioso en los últimos meses ante determinadas jugadas de otros actores de peso como los países del grupo BRICS y algunos otros que han mostrado su interés en integrarse a ese conglomerado de países. Como botón de muestra menciono una de estas señales: Arabia Saudita, China, la India, Brasil, Rusia y otros países han planteado comerciar determinados productos, entre ellos, en sus monedas locales; Lo que constituye una estocada al esternón del País de las Libertades, ya que sostiene su poderío en dos baluartes, su ejército y su moneda, y está última comienza a perder peso específico.