El objetivo primordial de la guerrilla del Che en Bolivia era formar el semillero que apoyaría la liberación de Suramérica.

Durante 11 meses, un puñado de hombres plantó cara al ejército del general René Barrientos, un régimen armado y sostenido por el imperialismo, y mantuvo la esperanza de alcanzar una segunda independencia para Bolivia.

El 8 de octubre de 1967, el pequeño grupo guerrillero comandado por el Che, es emboscado en la Quebrada del Yuro. En esa acción, propiciada por un delator, caen los cubanos Orlando Pantoja y René Martínez Tamayo; el día posterior es ultimado Alberto Fernández Montes de Oca.

También el 8 de octubre, el comandante Ernesto Guevara, herido en una pierna (lo cual le dificultaba el movimiento), sin balas en la pistola y el fusil inutilizado por un disparo, fue sorprendido y capturado vivo.

Gigante moral que crece

El Guerrillero Heroico fue trasladado hacia la escuelita del poblado de La Higuera, y el 9 de octubre, la orden para su ejecución llegó desde Washington. Quieren matar su ejemplo, apagar la luz de sus ideas.

El Che, entonces, se enfrenta a su verdugo: Sé que vienes a matarme, le dice. Dispara, cobarde, que solo vas a matar a un hombre. Luego de asesinarlo, desaparecen su cadáver.

Las intenciones de los sicarios, sin embargo, se ven frustradas desde el inicio. El Che no deja de a crecer su estatura legendaria, se yergue imponente donde haya una injusticia. 30 años después, en 1997, sus restos son localizados, y regresan victoriosos a Cuba.

Durante el recibimiento, el Comandante en Jefe Fidel Castro, expresó: Veo además al Che como un gigante moral que crece cada día, cuya imagen, cuya fuerza, cuya influencia, se han multiplicado por toda la tierra.