La Habana, Cuba. – Celia Sánchez Manduley será por siempre una de las figuras más entrañables de la Revolución Cubana.

Hoy se cumplen 41 años de ausencia física de aquella mujer menuda, dinámica, clave en la organización del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra y que tras el triunfo revolucionario de 1959 asumió diversas funciones con ejemplar dedicación.

De honda raíz martiana, en el año del centenario del natalicio del Apóstol, Celia acompañó a su padre -el médico Manuel Sánchez- en la expedición que colocó en la cima del Pico Turquino un busto de bronce de José Martí, esculpido por Jilma Madera.

Siempre tuvo firmes convicciones políticas y jamás dudó en su camino. Fue la primera mujer en incorporarse como combatiente a las fuerzas rebeldes comandadas por Fidel, después de cumplir riesgosas misiones en la lucha clandestina, con notables dotes de organizadora. 

Celia es historia

Fidel depositó en Celia Sánchez ilimitada confianza. El líder de la Revolución reconoció en ella uno de los pilares básicos de la gesta de liberación.

Su trabajo permanente junto a Fidel es uno de los hechos más tiernos, hermosos, humanos y revolucionarios de toda la historia de Cuba, dijo Armando Hart en el sepelio de Celia.

Ella se hizo querer profundamente por el pueblo, que apreció sus desvelos, modestia, discreción y exigencia. Gracias a su visión de futuro fue posible preservar documentos que ahora conforman la memoria histórica de la Revolución. Y su sensibilidad se aprecia en obras como el Parque Lenin, el Palacio de las Convenciones, el salón principal del Palacio de la Revolución, el centro turístico Guamá, con detalles sugeridos por ella a arquitectos y paisajistas.

Celia es historia. Irradia esa luz tan necesaria en tiempos difíciles.