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«Los héroes no tienen edad, tienen historia, hacen la historia, son la historia», afirmó el peruano Arturo Corcuera en su poema El perfil de Fidel.

Por eso hoy, más que un natalicio, se honra la vida de quien, con osadía e inteligencia, habilidad política y hondo pensamiento, fue artífice en Cuba de una Revolución nueva y auténtica desde sus cimientos.

Lideró a los jóvenes que, al asaltar el cuartel Moncada, cambiarían el curso de nuestra historia, para reemprender la gesta independentista de Céspedes y Martí que había quedado inconclusa.

Hoy se evocará la infancia de Fidel en los predios de Birán; su amor por la naturaleza; su pasión por la lectura, su afición por los deportes. Y volverán las anécdotas sobre sus dotes de líder desde la etapa estudiantil, y su forja como revolucionario que consagró toda la vida a luchar por la justicia social y la dignidad humana.

Una Revolución inagotable

98 años se cumplen hoy del nacimiento de Fidel, el Comandante de la Revolución Cubana, el líder que desafió al imperio más poderoso de la historia y condujo a un pueblo de Quijotes para enfrentar incontables vendavales y salir airosos.

«El revolucionario -dijo Fidel- es como el corredor de maratón en la olimpiada de la Historia, en que las generaciones se suceden, unas a otras.

Como atletas olímpicos que llevan en sus manos una antorcha de luz, hagamos el máximo esfuerzo en el tramo que nos falta, para entregarla victoriosos, con honor y esperanza».

Como él auguró, entregó victorioso la antorcha encendida de la Revolución Cubana. Ésa que no podrá apagarse porque es una obra demasiado grande y porque su ideario nos apremia a seguir abriendo cauces y caminos, a rectificar y a crear, sin capitulación.

Fidel alienta, cuando más arduo es el camino.

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