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La Habana, Cuba. – Una crisis generalizada, el bloqueo arreciado a niveles extremos y como si fuera poco, una mortal pandemia, caracterizaron al 2020, quizás el peor año del último medio siglo cubano.

La conjunción de esos factores dio un golpe durísimo a la economía nacional, que en un abrir y cerrar de ojos perdió la principal fuente de divisas con el cierre del turismo y la disminución de las exportaciones de servicios médicos.

En el período, la contracción económica hizo que la calidad de vida de los cubanos se resintiera por la falta de divisas que generó una rampante escasez de bienes y servicios.

Los problemas estructurales venían desde antes, pero el Producto Interno Bruto sufrió además con el efecto del bloqueo, que por primera vez en la historia dejó pérdidas superiores a los 5 mil millones de dólares en apenas 12 meses.

Ambiente más saludable

Pudiera parecer un disparate, pero la reacción gubernamental a la actual crisis ha sido precisamente reordenar la economía para buscar vías hacia la necesaria eficiencia.

Al diseño y aplicación de una Estrategia Económica y Social, se unió la implementación de la Tarea del Ordenamiento en un momento en que la crisis es más oscura, pero que por eso mismo es una oportunidad para enderezar todo lo torcido.

Regresar a una única moneda y tasa cambiaria, eliminar subsidios excesivos y gratuidades indebidas, y reformar los ingresos son medidas que por sí mismas no resuelven los problemas, pero que generarán un ambiente económico más saludable para todos los actores económicos.

La apuesta del país es clara y apunta a la prosperidad, más allá de que 2020 haya sido un año para el olvido.