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La Habana, Cuba. – El bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos de Norteamérica está dirigido desde el mismo inicio a disminuir la calidad de vida de los cubanos y con ello contraponer las bases ideológicas del socialismo a través de una sostenida y calculada violencia psicológica.

Respecto a Latinoamérica la receta está dosificada mediante la imposición del modelo neoliberal, todo lo que resulta una especie de bloqueo solapado, con entrampes diseñados a partir de las agudizaciones de las crisis y la posterior dependencia de mecanismos draconianos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Definitivamente instaurados para endeudar las generaciones actuales y venideras, otra forma de ejercer violencia, inestabilidad y sumisión.

Las heridas psicológicas de los pueblos vienen de la expoliación de sus bienes y la retención de las riquezas que le pertenecen.

Efectos globales de la guerra

No solo el escenario europeo vive los influjos de una guerra a distancia. El imperialismo y la brutalidad con que maneja las mentes va conformando las bases culturales de los países sostenedores de las metrópolis.

El nuevo reparto mundial esta vez no sobrevendrá con el simple trazado de nuevas fronteras geopolíticas, sino con imposiciones ideológicas de carácter antropológico.

Los pueblos, al quedar atrapados entre la gran crisis alimentaria y la desprotección económica no tendrán más salida que pensar diferente y en consecuencia actuar diferente hasta depender. Alevosamente los mecanismos de resistencia están siendo vulnerados, a la par los modelos culturales exitosos.

La alternativa ante tal poderío va más allá de la unidad en bloques económicos regionales. Definitivamente dependerá de la solidaridad, la justicia y el compromiso histórico con que enfrentemos el reto.