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La Habana, Cuba. – Las declaraciones del enviado especial de Donald Trump para Ucrania, Keith Kellog, de que el mayor error del aún presidente de Estados Unidos Joe Biden ha sido no conversar con Rusia, reafirma la intención declarada por el republicano de poner fin al conflicto entre Kiev y Moscú.

Tales aseveraciones han sido reforzadas por la afirmación del propio Trump de que comprende por qué Rusia se opone a la adhesión de Ucrania a la OTAN lo que, como se sabe, fue uno de los motivos de la denominada operación militar rusa.

Todo ello nos muestra a un Donald Trump aparentemente más racional que cuando se proyecta hacia América Latina, Canadá o Groenlandia.

Su menosprecio hacia el vecino sureño al expresar que el Golfo de México debía llamarse Golfo de América – en alusión a Estados Unidos -, o la insistencia en dominar el Canal de Panamá, reiteran que querrá imponer la hegemonía yanqui a Latinoamérica.

Derrota para Europa

Expertos consideran que la posición hacia el conflicto ruso-ucraniano del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, deja mal parada a Europa.

Debe reconocerse que una salida negociada parece la única vía posible hoy, porque Rusia no ha sido derrotada, pese al cuantioso apoyo que Occidente le ha brindado a Ucrania. Pero si Estados Unidos corta esa ayuda, Europa no lo podrá reemplazar, y a Zelenski no le quedará otra alternativa que conversar con Rusia.

Para la Unión Europea, tales resultados serían negativos. Entre otros costos, la renuencia de algunos de sus miembros a apoyar a Kiev y sancionar a Moscú deja al bloque dividido y sin herir de muerte a Rusia, como era su pretensión. Además, Europa deberá asumir la reconstrucción de Ucrania.

Mientras, Washington se lavará las manos … y Trump queda como el presidente que «resolvió» el conflicto.