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La Habana, Cuba. – Cada libro nuevo es piedra nueva en el altar de nuestra raza, escribía Martí en el diario neoyorquino La América, en enero de 1884.

Preclaro en todo, El Apóstol dejaba sentado la importancia de la literatura en la formación de la nacionalidad y por ende de la cultura nacional.

Por eso, el actual esfuerzo gubernamental en la organización de otra edición de la Feria Internacional del Libro, que abre en un par de días. Ni siquiera las duras condiciones económicas por las que atraviesa el país pudieron doblegar la voluntad de mantener un evento consolidado, al que cada año asisten miles de cubanos y varias decenas de extranjeros.

Y cuesta, y mucho, incluso más allá del difícil empeño editorial que tiene que enfrentar los altos precios del papel en el mercado internacional.

Cultura masificada

Otra vez tendrán precios subsidiados los textos que ofrecerán las editoriales cubanas en la cercana Feria Internacional del Libro.

Es una decisión sabia que apunta a poner los ejemplares al alcance de todos, en especial de los niños, y que ha obligado a la industria editorial a ajustar las tiradas en concordancia con la demanda y a poner las novedades en cantidades apreciables.

El precio de los libros en Cuba sigue muy por debajo de la media internacional, evidencia de una voluntad política por masificar la cultura bajo la máxima martiana de que ser culto es el único modo de ser libre.

Demos entonces la bienvenida a una Feria que pretende saltar los muros de La Cabaña y extenderse por los barrios habaneros antes de llegar a todas las provincias. Acérquenos a los libros, que siempre es acercarse a una cultura, a una nación.